martes, 15 de septiembre de 2009

Una casa en la calle Concordia

Centro Habana, lo que queda de lo que un día fue...



A Arístides, Darsi, Pedrito, Piri, Sonia…



Tal vez debí decir apartamento; quizás pude haber dicho cuarto alquilado. Pero no, lo que tuvimos a finales de los ochenta y en los primeros noventa en el 45 de Concordia 613 fue lo más parecido a un hogar y cuando de hogar se trata, uno suele decir casa aunque sea un cuchitril.
Cuchitril tampoco era: sala con vista al mar, balcón tres pisos sobre la calle bulliciosa, dos cuartos de buen tamaño y un bañito intercalado. Y la cocina, pequeño paraíso donde se hablaban las cosas importantes, fueran buenas o malas, brillantes o tenebrosas. Y una pared donde, a semejanza de la Bodeguita del Medio, escribían con plumón todos los visitantes y amigos. Cuando la inauguramos, puse bien arriba: “Yo tengo el fogonazo y no lo suelto”, verso de mi poema “Palabra del que vuelve”, y tiempo después, un fragmento de Silvio: “Yo digo que no hay más canto que el que sale de la selva/ y que será el que lo entienda fruto del árbol más alto”.
Fui allí por primera vez una noche de carnaval de 1989 con Pedrito, a la sazón novio —o algo parecido— de la mejor amiga de Darsi. Acababa de llegar a La Habana y conseguí un alquiler —ilegal por supuesto— en El Sevillano, demasiado lejos, demasiado cruento para una ciudad donde el transporte era una gloria comparado con los tiempos actuales, pero que entonces suponíamos —y cómo no— deficiente. Mientras oíamos a Dan Den —“Yo sé que tú sabes que yo sé”— a un lado del Parque Maceo, Pedri nos contó que la inquilina de su amigo se había ido y tenían un cuarto vacío.
La tarde en que conocí a Arístides, cuando fui a tratar con él la posibilidad y el precio, lo oí echar por primera vez un speech de ésos retruecanientamente barroco que acostumbra, defendiendo la hipótesis de que los seres humanos podían —y debían— amar lo que quisieran; que él, por ejemplo, amaba a un corazón encarnado de porcelana que tenía como adorno en la mesita de centro. A partir de ese momento lo compartimos casi todo... menos las novias y la ropa interior.
Desde el balcón se veía el segundo piso derrumbado del edificio de enfrente, que a juzgar por la estructura, la disposición que podía adivinarse entre los escombros y los bellísimos mosaicos que sobrevivían en el piso y algunas paredes, había sido una hermosa casa devenida cuartería, solar, vecindad. Allá abajo, desde el patio, una oscura beldad rotunda y descomunal entonaba con una voz que ya quisieran Donna Summer y Withney Houston para un día de fiesta: Jesusiiiito… Y como el diablillo enclenque seguía sacando outs en la primera base improvisada de la acera derecha sin atender el llamado materno, aquel grito portentoso, que se oía hasta Malecón y San Lázaro y hasta Zanja y Belascoaín, recorría toda la escala musical: Jesusiiiitooooooo.
Allí en medio de la calle, un poco más atrás del center field del juego de pelota, llegaron los blanquitos que frente a todos los vecinos, incluidos nosotros acodados al balcón como en palco del García Lorca, le dieron el batazo en la cabeza, como de jonrón, y la puñalada en el costado al negrito de la esquina que a los quince días ya andaba recuperado y mataperreando por todo Cayo Hueso. Desde allí mismo vi, estupefacta, a la guaricandilla que agarrándose la entrepierna le gritaba a su congénere de la otra cuadra: “¡Por mi perra papaya!”…
Desde allí escuchaba las roncas sirenas de los barcos entrando en la bahía y la alharaca sin fin de la barriada. Hasta allí nos subían las botellas de chispa e’ tren a cincuenta pesos, un cuarto de lo que era mi salario. Allí fuimos felices, amamos y lloramos, leímos libros clandestinos —Kundera, Cabrera Infante, Padilla, Sartre, la Beauvoir—, vislumbramos los tiempos duros que sobrevendrían. De allí nos fuimos, ya entrados los noventa, a seguir cada cual su propio camino —unos dentro, otros fuera—, a aprender que lejos y cerca son términos muy relativos.
Todo eso recordé esta mañana cuando al mirar a través de la ventana lo más lejano que observé fue la fachada anaranjada de los vecinos y la tienda de don José. Pensé en la oficina: el horizonte es la pared de ladrillos del baño, cinco metros más allá del vidrio por donde se asoman las ardillas, asombradas, preguntándose —como nosotros, cuando niños, en los zoológicos— qué hace tanta gente encerrada en esas jaulas, cuán mal han de portarse para que los confinen durante todo el día y parte de la noche.
Como lo más parecido que tengo al malecón es la pantalla de esta computadora donde puedo encontrarlos a ustedes, mis amigos, corrí al Facebook y escribí: “A veces necesito tanto el mar, esa noción de infinitud”... Y pensé que aunque la condición insular implique ostracismo, cuando uno vive frente al océano supone que más allá debe haber algo seguramente hermoso y grande, tal vez eso a lo que llaman libertad. Si todas las aspiraciones se derrumban unas tras otras, siempre quedan las olas: para sentarse frente a ellas o desafiarlas. Bien decía Serrat que “si te toca llorar, es mejor frente al mar”.
Y mientras recordaba Centro Habana, el olor del salitre, volví a encontrar el cubo forrado de periódicos Granma que es el set del video Decadencia, de Eskuadrón Patriota, ese dignísimo grito en tiempo de rap desde el fondo de la isla, esa “voz de una gran masa, acéfala, vacía, que en silencio se desplaza; se cansaron de llorar y ahora les sangra el alma mientras se preguntan quién controla su esperanza”. Esa denuncia valiente del estado de cosas que se vive hoy en la isla de Cuba.
“Hermanos de pie, no hay nada más hermoso que una nación cuando despierta”, gritan los raperos y yo vuelvo al balcón sobre la calle Concordia. “No soportamos más” grito con ellos como en aquellas noches de apagón y hambre. Y les comparto el video que habla por sí solo.



29 comentarios:

Anónimo dijo...

QUERIDA ODETTE. ALGUNA VEZ ESTUVE ALLI EN ESE APARTAMENTO Y LA PASE MUY BIEN. ARISTIDES ES UN SOL DE PERSONATENGO RECUERDOS MUY HERMOSOS DE UNA NOCHE EN ESPECIAL QUE NO TOMAMOS CHISPA DE TREN, SINO HAVANA CLUB DEL BUENO, JAJAJAJAJA.
UN BESO
OMAR MEDEROS

Mabel Cuesta dijo...

El video "Decadencia" nos ha tenido llorando la última semana. Y la carta de Armando Tomey y esas insistentes memorias de lo que un día fue la ciudad de nuestros sueños (en palabras de la poeta Laura Ruiz) hecha pedazos...
Gracias, Ode, por regresarnos siempre a ese bastión de la memoria en donde tienen que alzarse todavía muchas batallas. Y te lo digo así con esa guaricandilla deliciosa: "por mi perra papaya"; que no es más que un modo de establecer la voluntad del cuerpo sobre todas las falacias e imposturas de una ley que no nos representa, que acaso nunca supo que estábamos ahí, en el balcón de Arístides.

Margarita Garcia Alonso dijo...

me hiciste llorar. Un abrazo con mar, pero el frio que no recuerda.

Anónimo dijo...

Precioso post! Me has llegado al alma!

Anónimo dijo...

La foto es demoledora! No es la única en su género, pero vez que veo una foto de "lo que queda de la Habana" es como si me dieran una puñalada. El video, ya ni te cuento .....

L. Santiago Méndez Alpízar / Chago dijo...

Brillante, intenso, querida Odette. Felicitaciones: ya los Martes son Odette, que bueno!

Aristides Rosell dijo...

Calle Concordia, si pudiera te cantara, si pudiera te pintara y te maquillara, si pudiera volvería con los ojos casi cerrados "por si acaso" a reunir a todos los amigos, todos los guateques, todos los conciertos clandestinos, todo lo que se cocinó, todas las tardes del eterno verano, reunir a todos los muchachos "delincuentes y no tantos", el ron de 3x4,y gritar como siempre hicimos "LIBERTAD", Odette Alonso eres grande,la mas grande.
Aristides Rosell

Manolito Mulet dijo...

Negra linda, hace no sé qué tiempo leo tu Parque del...; primero me los mandaba Ena, después, tú misma. Creo, más bien estoy seguro, que este último, si no es el mejor, es uno de ellos. No sólo por la madurez con que enfrentas el contenido de lo que dices, sino por la nostalgia que afloras a cada rato ("... a veces necesito tanto al mar, esa noción de infinitud..."- y te entiendo muy bien porque yo me crié, antes de llegar a Stgo., a treinta metros del mar. Yo aprendí a nadar antes de caminar...

Lázaro del Toro dijo...

El Mar, su olor, su sonido. Cuántos recuerdos. Lo tengo en el salva pantallas de este portátil: un día lluvioso, de verano, en una terraza en la costa de Matanzas, camino de Varadero, muy cerca de donde viví de pequeño y donde viven mis padres todavía.
Una vez estuve en una fiesta, o algo parecido, con Piri en tu casa de Concordia. Con ella siempre lo pasaba muy bien.
Y vuelven de nuevo los buenos recuerdos.
Gracias, Odette, como siempre.

jtg dijo...

Bueno, amiga, con todas las dudas del mundo comparto tus recuerdos y tus inquietudes. Y digo con dudas, porque no sé cuánto bien o cuánto mal nos pueden hacer esos sentimientos si se desmandan. No hay nada más temible que una memoria desgobernada, sobre todo, cuando se escora a la impotencia y a la frustración. Dicho esto, digo también que tu texto y el vídeo que lo acompaña me han emocionado. Tu texto, como siempre, excelente. El vídeo muy loable en todos los sentidos: excelentes imágenes, muy buen montaje y una letra que, incluso con las típicas consonancias y asonancias de este género, no resulta cansina y te logra retener de principio a fin. ¿Será que, en efecto, ese cóctel texto-video me lleva a estados de dudoso provecho, más cercanos al paroxismo romántico que al entender racional? Bueno, no lo sé, pero me la he pasado bien. Gracias... Y además, fíjate, llego a pensar, incluso, que tal vez todo no esté perdido. Allí hay gente haciendo lo que tiene que hacer. Y el camino a recorrer desde el arte, pasa por el compromiso desde la calidad. Nada que ver tienen este rap y su vídeo con otros ejemplos de grupos contestatarios -que no menciono por no herir a nadie- pero que son malísimos y sólo sirven para calmar ciertas urgencias de rabia. Desde luego, allí hay mucho conformista, arribista y oportunista, pero también hay mucha gente que sabe lo que tiene que hacer. A ver si logran hacerlo a pesar del resto, incluso en contra del resto. No me extraña que en Cuba sea imposible acceder a You Tube. Vídeos como ése son la causa. Hace unos días envié unos vídeos míos a "mi gente" allí y ninguno pudo verlos. No me extraña, como no me extrañaría que este nada prescindible rapero acabe con sus huesos en la cárcel más temprano que tarde. Ojalá que no. Ojalá que no les de tiempo. Ojalá... Te abrazo. Jorge

MV dijo...

Visité ese apartamento una vez, recuerdo una botella inmensa en un poster.
Besososos

Quevedo dijo...

Si Odette , como digo en mi canción "Un rollo":
el poder, la edad, el sexo, las doctrinas, amar
el decir de la montaña en ese mar en que Yemayá me dio el signo.
Besos.

Anónimo dijo...

Queridisima Odette, cuantas imagenes trajiste con ese mosaico del corazon.
Soy habanera. Naci, creci, ame, goce, llore, grite de jubilo e impotencia, corri por esas calles estrechas y otros muchos etcteras, los novios, los maridos, los amantes, el amor cierto e incierto. Rei y casi llore porque esa Habana de mi memoria solo existe ahi, en la memoria. Nada, no queda nada. La Ciudad de todos mis amores es una Ciudad bombardeada dia a dia por el desamor, la desesperanza, la indolencia inducida, es una Ciudad que el desgobierno ha hecho a su imagen y semejanza. Es la imagen de la derrota. Muchisimos de esos rostros envejecidos que aparecen en la pantalla los vi !tan cerca!
La Habana es una novia que espera. No se si fue Guillermo Cabrera Infante quien dijo alguna vez que Cuba nacio un dia en que Dios descansaba o estaba dormido, no estoy segura de las palabras. Disculpa buen Guillermo dondequiera que estes, tu que tanto amaste esa Habana...
La solucion de los problemas esta en el problema. Algun dia sera lo que sera.
Un abrazo

Nancy Estrada

Anónimo dijo...

Mi querida Odette:
Recuerdo un lejano fetecún en la calle Concordia (¿boda de Arístides?) en el cual tú yo bailábamos -yo pésimamente, como siempre- un merengue que decía "querida mujer, dos puntos, no me hagas sufrir, coooooma". No olvidaré tus grandes risas que te arrugaban la nariz y ponían tus lindos ojos chinos.
Amor,
Sigfre

Unknown dijo...

Hermoso, muy hermoso texto

carlitos g. dijo...

mira tu,como diria nuestro amigo,siempre confundí la calle en que vivias, crei que era en VIRTUDES, pero no , ahora veo que era en la paralela ,cosas de nombres, un beso

Escombros Hablaneros dijo...

Mi querida Odette es doloroso el oficio de las letras, pero que sería de nosotros sin tus textos.Besos Azuquita

Anónimo dijo...

Empiezo de nuevo: "Creo, más bien estoy seguro, que este último, si no es el mejor, es uno de ellos." de Manolito Mulet, Si querido amigo, si no es el mejor, este parque 92 quedará en nuestros corazones. Rememora viejos pasajes de una historia vivida y ahora contada, primera persona del plural, fuimos protagonistas de un tiempo, un amor encontrado y vivido intensamente, y compartido con todos los amigos que pasaron por la calle concordia. Querida Odette no dejes de escribir nunca, todos los amigos, simpatizantes y afines al parque y por extensión a la calle concordia te deseamos.
Aristides Rosell

Unknown dijo...

Caramba, cómo me hubiera gustado visitar ese apartamento, con vista al mar. ¡¡Tus textos pintan con palabras, chica!! Es que casi lo puedo ver, con fogonazo y todo. El video es muy, muy triste...Sigue escribiendo, cuata...

estudiosespiritistas.com dijo...

Odette querida, este video nos conmueve profundamente. Con tu permiso lo voy a subir también a mi perfil en FB. Hay que darlo a conocer masivamente, sobr todo a nuestros hermanos latinoamericanos que todavía cierran sus ojos a la triste realidad que viven nuestros hermanos en la Isla. Gracias por compartirlo.
Un beso enorme.
René

Vero dijo...

He disfrutado mucho, me ha dado mucha tristeza pero he recordado un lugar que tuve así como el tuyo donde fui muy feliz, era frente al Ameijeiras, cuánta magia, cuántos recuerdos, pero cuando tú haces las historias son mucho más bellas.

Anónimo dijo...

Odette, no me fastidies más. ¿Hasta cuando me vas a hacer llorar? Tienes el agridulce privilegio de revolvermes las nostalgias. Me prohibiría leerte si no fuera porque odio las prohibiciones. Un abrazo
Erwin

Anónimo dijo...

Y hablando de lugares...ahora me mandaste derechito para "La Alternativa"(fines de los ochenta), aquel cuartico de azontea, caliente como un hormo, frente al Capitolio, en donde Agustín y yo vivimos durante meses. Nos bañábamos en un colectivo en el pasillo del edificio, baño que se conectaba por las tuberías y los desagues con la cocina del cuarto de al lado, de manera que un día cualquiera tenías que entrar a ducharte, encaramado sobre dos bloques de concreto, entre restos de spaguetti y frijoles negros.Los "muebles" los construyó Agustín con tablas y palos viejos que encontró tirados en un closet en la Casa del Joven Creador. Para llegar allá arriba había que tener buenas piernas y mejores pulmones, ¡pero una vez en la azotea se veía tan bonito todo desde arriba!De ahí íbamos caminando, siempre por la misma ruta que nos llevaba a la Plaza Vieja ( entonces todavía en restauración) y de allí a la Avenida del Puerto; pero se hacía escala en una cafetería de la plaza, en donde por entonces sí había oferta, a comprar dulces almibarados.Recuerdo, si cierro los ojos, la gente haciendo cola para entrar al Lafayette, el trasiego por Obispo, La Moderna Poesía todavía llena de libros...Nos recuerdo sentados en la hierba, debajo del gran árbol que está en el espacio abierto, justo detrás del Castillo de la Fuerza,o del Palacio del Segundo Cabo, ya no me acuerdo bien, mirando la Avenida...el mar, el ir y venir de la lanchita de Regla, coño!

el goty dijo...

que puedo decirte que ya no sepas querida amiga.si la nostalgia fuera mujer que feliz yo seria.

Pedri Linares dijo...

Hola, Guapetona mía.
Me has hecho saltar las lágrimas. Que sepas, que a mi me pasa a cada rato.
Que tiempos aquellos!!! Dios mio de mi vida.
Esas noches en la casa del joven creador... donde trabajaste, que bayu formamos tan bonito.
Concordia...

Anónimo dijo...

qué puede uno decir cuando las lágrimas son las que lo atraviesan?
un abrazo enorme
jetzabeth

Lita Pérez dijo...

Hola Odette, solo te conozco a través de lo que publicas en El Parque del... y me parecen comentarios y textos tan sentidos y auténticos, bellísimos. Este de tu necesidad del mar me impresionó mucho porque yo he vivido 18 años en Buenos Aires y solía ir al mar en el verano. Es decir que conocí esa inmensidad que te ofrece la esperanza de la novedad que llegará sobre las olas. Cuando regresamos a Paraguay, Asunción me pareció una jaula y tuve que subir a una de sus colinas para divisar el río y sentir el consuelo del agua, que ese día era azul porque reflejaba el cielo limpio y sin nubes.

Odette Alonso dijo...

Así es Lita. Yo llevaba días diciéndole a mi amigo Orlando que quería subirme a lo alto de una torre de alta tensión que hay en el patio de la oficina en que trabajamos. Él pensaba que estaba volviéndome loca y yo misma no podía explicarle para qué quería subirme ahí. El jueves, después de escribir este parque, atravesando el patio me di cuenta de que lo que quiero es ver el horizonte infinito, saber que sigue habiendo algo más allá de la pared de ladrillos, los edificios de enfrente, el centro comercial y la avenida.

Lázaro del Toro dijo...

Hola a todos desde este lado del mundo, en Madrid, donde acabo de ver la apoteosis nunca vista en la Plaza de la Revolución de La Habana. Esa plaza que tanto nos duele y le duele sobre todo a los que están en Miami. El concierto de Jueanes con el resto de los artistas que fueron desinteresadamente a La Isla ha sido todo un éxito. Creo que ningún artista en el mundo ha logrado reunir nunca a tanta cantidad de gente. Se cantó por la libertad, por la paz, por el amor y por el hermanamiento de todos los que estamos a favor de una democracia limpia y justa para los que viven en La Isla. Enhorabuena a todos los que creen en la libertad y en la paz, sean de donde sean y estén donde estén.
Saludos emocionados.