martes, 3 de marzo de 2009

Unos libros, una feria y un palacio




Gracias a los organizadores de la Feria, a todas mis compañeras
del ciclo de escritoras, a quienes nos apoyaron y asistieron.
Gracias a Dora y Eleonora por las fotos.


Soy una mujer dichosa. Desde hace tres años, a finales de febrero, un grupo de amigas acepta reunirse conmigo en pleno centro de la ciudad de México para realizar una serie de lecturas y presentaciones que han tenido como sede la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, gracias al generoso auspicio de su director, Fernando Macotela, y a la diligencia del equipo a su cargo.
Pocas cosas me gustan más que las labores de coordinación —alternas, paralelas a mis responsabilidades habituales— que hago —antes, durante y después— para propiciar la realización del ciclo Escritoras latinoamericanas en Minería: proponer las actividades de cada año y esperar nerviosa su aceptación, cursar invitaciones a destacadas literatas de continente y comerme las uñas mientras aguardo sus respuestas positivas, lamentarme cuando la contestación es de otro signo, odiar las cuestiones económicas que les impiden venir, atormentar a Esmeralda y Elías, responsables del programa de actividades culturales, con los cambios de mediana y de última hora. Y cuando empieza la feria, soy feliz revuelta entre la gente que abarrota los pasillos y escaleras del Palacio, corriendo de un salón a otro, rebosante de adrenalina. Ando ligera, silbo en la calle, me río mucho más de lo habitual. Hasta Dios me habla en esos días.
Este año me acompañaron mi compatriota Teresita Dovalpage, que vino desde Taos, New Mexico; Eleonora Requena, llegada desde Caracas; Carla Patricia Quintanar, procedente de la hermana y vecina República de Querétaro, y desde los más pintorescos rincones de esta ciudad capital: Rosamaría Roffiel, Reyna Barrera, Minerva Salado, Ana Franco Ortuño, Artemisa Téllez y Bertha de la Maza. Además de Sergio Téllez-Pon, mi editor, que comandó la presentación de mi primera novela, Espejo de tres cuerpos, recién salida de las prensas y todavía olorosa a tinta fresca.
Bien a gusto, en la tranquilidad de la tarde juevecina, los versos de Ana, Eleonora y míos inauguraron el ciclo; tres estilos tan distintos armonizaban en perfecta comunión. Algo similar ocurrió en cada una de las lecturas: el viernes incendiamos el mediodía con sendos cuentos de Teresita, Carla y esta servidora; el sábado con los poemas amorosos de Rosamaría, Reyna y Artemisa; el domingo con la exposición de ese hermoso proyecto que Carla ha titulado Diálogo entre sábanas y con las observaciones de Teresita acerca de la narrativa de Eve Gil.
Anocheciendo el viernes, en la presentación de ese tratado de triangulación que es mi Espejo de tres cuerpos, Sergio y Teresita centraron sus disertaciones en la capacidad camaleónica que me ha permitido escribir una novela con personajes, escenarios y modos de decir absolutamente mexicanos (aunque se escape, inevitable y travieso, algún giro cubano). Los conflictos no; ésos son universales aunque se les ubique en uno u otro lar. Tere retomó algo que le dije a Armando Chávez Rivera en Cuba per se (Miami, Universal, 2009), una compilación de entrevistas a escritores cubanos en la diáspora: “la creación no tiene nacionalidad […]. ¿De qué me serviría haber vivido en este país si no pudiera incorporar a mi obra las cosas que aquí he vivido, sufrido, gozado y aprendido?”.
Así es: soy alérgica a los moldes fijos. No puedo ser sólo cubana ni sólo mexicana, sólo lesbiana o sólo poeta; no puedo ser narradora de un solo género ni de un tema exclusivo. Siempre he sido —y ojalá siempre lo sea— una transgresora. Si la Vida nos da la oportunidad de conocerlo todo, se serlo todo, de fluir, sería un desperdicio limitarse. Y no nos limitamos esa noche en regocijos. Un especial obsequio, recibido en pleno auditorio Sotero Prieto, fue el inicio de la velada: Neiffe Peña interpretó para mí y todos los asistentes “Freddy”, una canción de Ela O’Farril, dedicada a la famosa diva cubana. Regalo de la cantante venezolana y de mi queridísimo Omar Mederos, su representante y mi amigo de tantos años y tantas cosas. Después, más tranquilos, hallamos un rinconcito en la peatonal de Filomeno Mata para conversar hasta bien entrados la noche y los alcohólicos vapores.
Mención aparte merece la presentación de Dos orillas. Voces en la narrativa lésbica, que compiló Minerva Salado para Egales y Grup ELLES de Barcelona, que Bertha de la Maza distribuye en el Nuevo Mundo y cuyas recaudaciones, a petición de las editoras y por acuerdo unánime de todas las autoras, serán destinadas a apoyar a las lesbianas de países donde la homosexualidad es castigada con la pena de muerte. Abundaron las anécdotas acerca del surgimiento de la antología y de los cuentos de Rosamaría, Artemisa y mío incluidos. Minerva leyó un fragmento del texto de Anna Lidia Vega Serova como homenaje a las escritoras cubanas que desde la isla enviaron sus contribuciones y a las que, por las marcas que la distancia impone, no pudieron acompañarnos esa tarde. Las sorpresas y reencuentros con viejas amistades no se hicieron esperar.
Esa noche mi casa se llenó de alegría. Un puñado de amigas compartimos melodías, elíxires etílicos, exóticas pizzas uruguayas y derramamos versos en una sábana que obsequiamos a Carla, gustosas, para incorporarla a esos Diálogos que, ahora mismo, deben estar ascendiendo a la sierra de Querétaro para llevar hasta allá mensajes que fomenten el acercamiento a la lectura.
Salí despacio el domingo a mediodía del Palacio. En sordina fue apagándose el bullicio que dejaba atrás. Entre brumas, como en cámara lenta, recuerdo el encuentro y las fotos con Tanya de Fonz y Fonz de Tanya en la calle de Tacuba; las bicicletas tintineando alrededor. Bajé al metro en Bellas Artes; cambié como autómata en Hidalgo. Recordaba que el año pasado, días después de la Feria, jugué el Melate —una de tantas loterías—, que acumulaba una bolsa de algo así como 90 millones de pesos. Soñaba, como la lecherita, en comprar una casa grande y poner en ella la Fundación de Escritoras Latinoamericanas. Con un salón principal, amplio, para exposiciones de artes visuales y conferencias; un par de aulas para talleres, charlas y proyecciones de cine; otras dos habitaciones habilitadas para alojar a las escritoras invitadas. Cada año convocaríamos dos becas de creación; las ganadoras vendrían por varios meses, dispondrían de tiempo y condiciones para escribir su proyecto, ofrecerían talleres, participarían en el ciclo de Minería. ¡Les podríamos pagar sus boletos de avión y las comidas! ¡Tendríamos una pequeña editorial! Si las cosas iban bien, en algunos años podríamos convocar otras dos becas y abrir una filial cerca del mar…
Inmersa en esos pensamientos, anestesiada, danzando en ese mundo paralelo, salí del metro en Etiopía y un buen rato seguí flotando entre las nubes de un sueño que no quería —ni quiere— terminar. Así canto todavía, con el alma henchida, mientras los dejo con algunas fotos de estos días.

Con Eleonora Requena y Ana Franco Ortuño

Con Eleonora Requena, Carla Quintanar, Eve Gil y Tere Dovalpage


Con Tere y Sergio Téllez-Pon en la presentación de la novela

Con Rosamaría Roffiel, Reyna Barrera y Artemisa Téllez en la lectura de poesía lésbica

Con Rosamaría, Artemisa, Minerva Salado y Bertha de la Maza

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Que rico hermana sentirte tan llena y optimista con el futuro. Me alegro enormemente por ese regocijo y tus logros, muchos mas vendran, te lo mereces porque pinchas duro.
Enhorabuena y un abrazo.
Ena

Anónimo dijo...

Odette querida:
¡Gracias por tu amable invitación! Yo salí encantada con la bella, ruidosa, colorida y abarrotada Ciudad de México, que me recuerda extrañamente La Habana que nunca conocí, la que pudo haber sido. Fue un placer y un gran honor estar en los paneles de Escritoras Latinoamericanas...Y cuando menos lo piensen les caigo por allá otra vez.
Abrazos desde Taos..

Anónimo dijo...

Desde el lejano espacio en donde me encuentro, coincido plenamente con los comentarios vertidos en Parque del Ajedrez y en la presentación misma de tu primer novela. La muerte prematura de cualquier escritor, en cualquier tiempo y en cualquier latitud, es el localismo. Quienes han saltado este círculo son los que prevalecen mejor en nuestras
predilecciones. Quizá por eso innumerables escritores de primer nivel han sido viajeros consumados (ocasionalmente o en definitiva) y me atrevo a decir que hasta audaces transgresores de sus propias raíces literarias. Te conozco hace tiempo y sé que eres de esas viajeras consumadas y siempre alerta a las fuentes literarias de los sitios a los que llegas. Te conozco y sé que nunca desaparecerá de tu dicción ese acento que te descubre cubana. Te conozco y sé que en ti también existe un lado mexicano. Todo, todo mi querida niña Odette, apunta a que pronto te convertirás en una escritora cosmopolita. En este sentido, me pregunto: ¿ya será tiempo de un encuentro literario lésbico-gay que tenga sustento po sí mismo aquí o en cualquier otra ciudad literaria?
Todo un reto, pero la vida está llena de retos y porque te conozco, sé que no tendrías reticencias en enfrentar una organización de esta enormidad. Enhorabuena.

Anónimo dijo...

Odette, amiga mía, me encantó leerte y "palparte" feliz. Se te lee feliz, se te ve feliz en las fotos... Me alegro un montón. Tu texto muy bonito y muy sentido. Tus sueños encomiables. ¿Qué mejor destino pudiera darse a una buena cantidad de dinero que ese que tú añoras? En fin, haya o no dinero, que no mermen esos sueños y que sigan precipitando en tinta. A ver cuándo puedo leer tu novela. Un besote y que la resaca se haga larga, muy larga... Te abrazo. Jorge.

Anónimo dijo...

Leí todo sobre la presentación de tu libro y he visto tus fotos; te ves contenta, en tu ambiente, pez en agua, lograda frente a la vida. No se pueden dejar escapar esos momentos. un abrazote.

Anónimo dijo...

Cuanta fortuna, cuanta alegría, cuanto placer y
éxtasis a la vez, en hora buena Odette, t envío un mar de abrazos y un sol de besos, felicidades porque mereces el éxito qué tienes.... Mis respetos cantados y mi admiración siempre

Atte Sol

el goty dijo...

creo que es la alegria de sentirse satisfecho con lo que has creado; para mi el arte no tiene nacionalidad, o sexo o soporte; es arte pura y simplemente. Me hace bien tu felicidad querida porque algo me toca como parte de esa generacion que fuimos y que somos; espero poder leer tu libro pronto; un abrazo de corazon y que la vida te de fuerzas para seguir cultivando tu huerta.
goty.

Anónimo dijo...

Mi querida Odette:

Queria decirte que Omar me llevo como un regalo, pero lo que no su po el es que el regalo lo recibi yo ampliamente. Nuevamente te felicito, esta de mas que te diga que mi voz estara siempre a tu servicio

besote