Cuando se estrenó en 2002 la película Señales de M. Night Shyamalan, algunos amigos se apuraron a advertirme que era, dicho en buen cubano, “un paquetón”. “Mamadas de extraterrestres”, concluyó rotundamente mi cuñado mexicano. No la vi —y no precisamente por las recomendaciones adversas— hasta muchos meses después, tal vez años, cuando la programaron en uno de los canales de televisión local. Entonces me di cuenta que las señales a que se refería ese genio que es Shyamalan no eran las que oían los niños por el intercomunicador ni las que aparecían grabadas misteriosamente en los campos de cultivo, sino las que fue dando segundos antes de morir la esposa del reverendo Hess (Mel Gibson), esos indicios adelantados de que lo que habíamos considerado infortunio o fracaso pueden ser nuestra salvación en el futuro.
Desde Sexto sentido (1999), Shyamalan se convirtió en un transmisor de señales. Las aparentes y las ocultas. A la crítica comercial y al espectador conforme la obra del hindú puede parecerles insulsa. Absurda, sin sentido, traída de los pelos… “un paquetón”. Pero las primeras lecturas suelen ser engañosas. Los que creyeron que en El protegido Bruce Willis era el irrompible (título original en inglés), no alcanzaron a apreciar la verdadera fortaleza en el endeble Mr. Glass (Samuel L. Jackson); quienes estiman que La aldea es la historia de unos lunáticos aislados en un tiempo irreal y de un anormal disfrazado de monstruo, vieron con miopía y con ceguera (que no en balde la protagonista es ciega); quienes afirman que La dama en el agua propone buscar mensajes en las cajas de cereales, no vieron los mensajes.
Sí, me he dicho en estos días, vemos demasiado cine gringo y nos acostumbramos a pensar —y a sospechar— como detectives amateurs, superagentes del FBI, galenos sobredotados e intuitivos, brillantes y patrióticos políticos. Lo malo es que a veces, en ese afán imitativo de la “modernidad” patriarcal anglosajona, desatendemos a nuestros propios instintos.
Desde hace siglos, las explicaciones alejadas de lo racional han sido confinadas a los terrenos desacreditados de la esoteria y la brujería. La ciencia es el único camino aceptado para explicar el mundo; lo demás es pócima aguada de hechiceras extemporáneas huidas de la hoguera. Parloteo de mujeres. Tontería. Y las mujeres, también en un afán de reconocimiento dentro de este mundo masculino, repetimos patrones y a veces olvidamos nuestro lenguaje esencial: el del cuerpo, el de la naturaleza, el de la Madre Tierra, que es hembra.
Aunque los viejos, con su saber ancestral, sostengan que las razones más sencillas suelen ser las verdaderas, los humanos gustamos de los retruécanos. Nuestra capacidad —y necesidad— de fantasear es inacabable e inabarcable, y la sencillez nos parece aburrida. “Antes muerta que sencilla” cantaba aquella españolita llamada María Isabel. No es gratuita la fuerza del melodrama y su lugar de privilegio en nuestra vida sensorial. Desde el teatro griego —¿o antes?—, esos “géneros del entretenimiento” nos aficionaron a enredarlo todo como una madeja descarrillada y a buscarle la quinta pata al más cuadrúpedo de los gatos.
Somos, además, adictos a las calamidades. Y acostumbrados a las grandes catástrofes, las pequeñas nos parecen bobería. Si la pobreza y las mafias matan el doble y los medios de comunicación, regocijados, nos bombardean cotidianamente con cifras de espanto… ¡qué importancia podemos hallarle a 45 muertos de gripe! ¡Qué epidemia tan pinche! No nos dio suficientes gustos y emociones; fue como un coito interrupto. No cabe duda, concluyen algunos: esto ha sido una farsa. Siempre en abril nos agripamos. Entre el calor inclemente, la resequedad del aire y el polvo levantando las cacas de los perros en alegres remolinos, las lluvias que no llegan, la contaminación que se dispara... muchos más de 45 mueren de enfermedades respiratorias cada año por estas fechas…
En un mundo donde ya no hay en quien confiar, un gran coro de ciudadanos desencantados canta: “Nadie me quiere, todos me odian… mejor me como un gusanito”… Porque quién va a concederle mérito a un gobierno plagado —como todos los gobiernos— de oportunistas, trácalas y mentirosos. Da igual que las autoridades o la virgencita de Guadalupe hayan atajado al nuevo virus antes de que nos diezmara; la gente, contagiada de “sospechosismo” —ese término acuñado por el cerebro luminoso de Santiago Creel—, autovictimización y teoría del complot, seguirá pensando que la han timado, que había una maquiavélica estrategia oculta en mandarlos a sus casas y ponerles tapabocas. Que ésas fueron metáforas de lo que el gobierno quiere.
Siglos de soberbia nos han enseñado que siempre habrá una culpa y ésta no debe caer en el suelo. Así, muchas veces nos obsesionamos buscándole sentido a cosas que deben esperar su tiempo para tener explicación. Como las señales de la esposa del reverendo Hess. Humanamente aferrados a que debe haber una, e inmediata, le endilgamos a fuerza la que no es aunque sintamos el rompecabezas chueco y tambaleante.
Cuando los cambios son lo suficientemente lentos, o lo suficientemente micro o macroscópicos, escapan a la conciencia humana. Hay cosas que nos son incomprensibles porque, como “fantaseé” en “Microbios del universo” hace justo un mes —cuando a nadie se le ocurría que ese bichito nos pondría en jaque—, sólo somos parásitos de otros parásitos, virus de otros virus, habitantes de otros universos que nos contienen y no siempre dan explicaciones. Y si las dieran, como animales inferiores que somos en esa perspectiva, no siempre las entenderíamos. Son las razones de la Naturaleza, que es infinitamente más sabia que los políticos y sus interpretadores. “Golpes como del odio de Dios”, diría César Vallejo. Designios que nunca sabremos por qué han empezado ni cuándo acabarán.
En estos días, más atenta que de costumbre a mis hábitos, a los de todos, he comprendido que en esta civilización eminentemente táctil, parlante, afectuosa y sobre todo descreída e indisciplinada, no habrá medida de protección suficiente contra un virus que se transmita por tocar donde otro tocó; mucho menos para uno que volara por los aires de nariz a nariz, de boca a boca. Para algo así tampoco habrá suficiente infraestructura sanitaria ni aquí ni en China ni en el más adelantado de los países adelantados. Ni con todas las farmacéuticas juntas haciéndose millonarias.
En la más reciente película de M. Night Shyamalan, The Happenning [El fin de los tiempos] (2008), un extraño comportamiento se apodera de los habitantes de las grandes ciudades: empiezan a suicidarse en masa. Incapaces de entender lo que sucede, arriesgan las explicaciones que les parecen más “lógicas” y las repiten como papagayos: que los árboles, que danzan al viento con la misma naturalidad de todos los días, expiden una toxina que bloquea los neurotransmisores humanos; que la CIA y el gobierno están probando drogas sicotrópicas y virus de laboratorio; que las especies distintas acabarán matándose silenciosamente entre ellas; que el planeta, en pugna por su supervivencia, tendrá que eliminar a sus insensibles pobladores.
A la mañana siguiente, después de 24 horas de histeria y paranoia inenarrables, como mismo apareció el fenómeno, desaparece. Tan parecido a este virus de una semana y media… Entonces me pregunto: ¿y si estuviéramos concentrándonos en señales equivocadas, aparentes? Esto pudo ser una triquiñuela de Calderón para sentirse Superman, un regalito que Obama nos dejó en el Museo de Antropología, un ardid de las farmacéuticas, la panacea de los partidos en año electoral, un invento del Ejército para dar el golpe de estado, una artimaña del mercado bursátil para reactivar la economía, una estratagema del Congreso para aprobar leyes impopulares (como si no lo hicieran siempre), un pretexto de los científicos para encerrarse tranquilos sin ver a sus hijos ni a sus esposas que ya los tienen hartos, un telón interpuesto por los extraterrestres para que no los veamos llevándose a los elegidos…
Creo que fue, ante todo, una señal de la Tierra. Este planeta, como todo organismo vivo, tiene plazos de autorregulación y el virus A/H1N1 ahí sigue: listo para volver a atacar. Desde hace unos días, coincidentemente, circula una campaña publicitaria de las pastillas Halls cuyo eslogan dice: “Si tú te tomas un respiro, la Tierra se toma un respiro”. La imagen del alivio terráqueo me regresa al deseo ingente de irme a la punta de una loma a vivir una existencia de ermitaño. Lejos de estas ciudades en la que permanecer se ha convertido en un castigo masoquista.
Vuelvo a la película de Shyamalan. “Denme un minuto para pensar” pedía a gritos el que sería, al final, uno de los pocos sobrevivientes. Pensar… una capacidad que hemos olvidado en el afán de creer que estamos pensando. Repetimos patrones sin apenas cuestionarlos; los personajes de la película se suicidaban, automáticamente, cuando veían a los otros hacerlo, sin que en ello influyera realmente ningún factor externo. ¿Qué tendría eso de extraño?, ¿no es, acaso, lo que hacemos cada día inmersos en nuestros autodestructivos y aparentemente insuperables modelos laborales, familiares, alimenticios, consumistas? ¿No vivimos en estas grandes urbes una existencia que linda con la locura y el suicidio, si no es que se asemeja a la muerte misma?
La Tierra necesita un respiro. Y como tiránico gobierno que es, como organismo decidido a sobrevivir, sabe cómo conseguirlo: generando confianza en sus criaturas; desviando la atención de los verdaderos hechos y sus causas; entreteniéndonos. Ella sabe lo que quiere: esto que acabamos de vivir fue sólo un aviso. La verdadera pandemia es la que vendrá cuando más quitados estemos de la pena y del tapabocas.
13 comentarios:
Leído de punta a cabo, el humor es bueno, las propuestas que de éste se infieren no son como para reír, por cierto. Estas ciudades "invivibles" son la influenza en sí mismas. Tus preguntas quedarán en el aire, hasta un día. Esto es una crónica, más que un comentri de blog, muy buena.
Estamos jodidos por todas partes.
Y ahora el Comandante afirma, sin mostrar pruebas, que el gobierno de México ocultó la existencia del virus para que no se cancelara la visita de Obama... Ese regalito que nos dejó el mulato, dices...
No sé nada de las películas porque no me gusta el cine, es falso, no real como la literatura. (Claro, a veces veo alguna película de "autor" que me aconsejan las personas inteligentes --tan escasas.)
Gracias. Félix Luis Viera
No hay que darle más vueltas al bacilo de la influenza, corazón: ya desde la Gran Isla Faro del Mundo habló el Veterinario y Médico en Jefe, digno acreedor
de varios Premios Nobeles (el de Química y el de la Paz, entre otros) decretando que el virus lo provocó la tortilla de maíz y no la CIA (como siempre ha sido y está bien comprobado según todo el universo sabe). Ahora al Supremo Monarca del Caribe le interesa más un diferendo con el Presidente
Calderón que con el Presidente Obama. "Cosas veredes". Los eminentes científicos de talla y relieve universal de ese gran centro de investigación multidisciplinaria que se encuentra en el barrio habanero de El Juanelo y es conocido como "Villa Marista" (para los íntimos, "La Escuela de Idiomas" o "El lugar donde hasta Supermán lloró"), siguiendo el brillante descubrimiento del Alquimista Mayor de Todos los Tiempos, ya realizan concienzudos estudios donde demuestran que la interacción molecular entre el maíz y el chile piquín (¡nunca el Habanero, por Dios!) provoca influenza. ¡Qué sería del Mundo
Mundial sin ese Espejo de Todas las Ciencias, ese Gran Protector del Género Humano!
mi adorable odette, es verdad la vida nos da señales, en ratos para revirar o simplemente para encontrar otros momentos para comprender; cada cosa pasa en su momento, con su tiempo y lugar exacto.
la naturaleza nos espera, y sin piedad una día habrá de cobrarnos todas las que le hacemos, se ha visto siempre en la historia, y así será.
(aunque no hay que negar que todo esto siempre es aprovechado por alguien).
abrazos
jetzabeth
te voy a decir mi niña lo mismo que le dije a Daina Chaviano el otro dia en facebook, y con toda razon, da gracias que naciste en el siglo XX, porque de haber sido en el XII la candela no te la quitaba de arriba ni el medico chino; ahora en serio, tienes tanta razon cuando dices que la humanidad actual no interpreta de manera correcta las señales que Gea le manda dia a dia; como diria un amigo entrañable y filosofo de biblioteca " humanidad y sentido comun no siempre van de la mano"
Acuedate del final de Candido , que de una forma u otro se ha convertido en mi filosofia diaria " todo esta bien y nada puede estar mejor, pero es menester cultivar nuestra huerta"
Tá bueno el 80 -como todos-, trae una cola bulliciosa. Te me has convertido en una gran Bruja hermanita, ya te llegarán miles de mails pidiéndote conferencias, pronósticos, entrevistas de tele y el cojón divino -disculpe usted la expresión-. De verás me pareció muy interesante el análisis y muy = y por qué no.
Hasta ayer habíame sentido deambulando los días "como una puta en un mundo sin aceras"
( cuando )
Oigo corazón, que en este día tan pinchi tus letras han revoloteado como hojarascas ruidosas en lenta procesión, me han dado ganas de sacar la basura y hasta he tenido un espasmo vitalista...
Gracías....
(Muchachito desvalagado y chabacano)
G.
Odette: fui inmediatamente a leerte y es verdad que encontré tu divagar de materia en materia un alimento para la mente; saltar de piedra en piedra por el agua de un rio, asi esta todo lleno de movimiento, pero tambien con ello, viene la incertidumbre, lo desconocido, el no poder tocar la verdad absoluta.
Al final de tus divagaciones, encontré quizas la respuesta: cuando menos lo pensemos, llegará algo grande, inexplicable, que nos vire al revés, que no enseñe y nos eleve hacia alguna filosofia sin pasado.
Esto del virus hay que observarlo: la explosion de los primeros dias
salpicados de miedo, de una intensidad mas alla de la rutina. Hoy se habla, se toman medidas, se revisa la importancia de la anti-bacteria, pero de momento hay otras noticias, otras prioridades, y pudieramos pensar que juegan, pero quienes?
En la pelicula "Encuentros de la Tercera Clase" hay un escenario en el cual inventan que hay una gran bacteria que mata o que hay radiacion. Todo era una metira para crear el panico, para que la gente se alejara de la montaña. No recuerdo bien, pero era mas o menos eso. Me pregunto si las mascaras de proteccion, esto o aquello, será otro montaje para
mantenernos ocupados y no mirar al cielo. Naves? Una nueva tierra?
divagaciones...no se sabe, no sabemos quien acecha. Mientras tanto, mantengamos el gusto por la salud y el positivismo. El mago interior nos protege y nos salva de la muerte, o de la vida con mentiras.
Jaque mate a las manipulaciones, mi querida poeta. Gracias por el
recorrido.
Desde siempre, la dictadura y acólitos han propalado rumores infundados acerca del origen de virus y otros que han aparecido, por ejemplo, granma, el órgano de la mentira oficial, la abuelita alzhemeriana, como suelo llamarle en mi blog, reprodujo un artículo de una llamada red Voltaire, donde sin pruebas, como suelen hacer, acusan a insitutciones del gobierno norteamericano de haber creado el virus que azota a Mñexico, el absurdo es tal, que muchos inocentes caen en la trampa; estos rumores y mentiras, son material de cine, cine destinado a crear suspense y misterio, más allá de esto, signar los tales, es convertirse en cómplice de las dictaduras, cuyos males engendrados por ella misma, intenta ocultar en culpas de otros.
¡Magnífico tu post, como siempre! Que me den un momento pa pensar a mí también, o como decía la pesadita de Mafalda, paren el mundo que me quiero bajar.
Y caray, acabo de encontrar un alma hermana. Alguien que confiesa, sin pedir disculpas, que el cine no le parece REAl como los libros. Odette, aunque tus críticas de pelis generalmente dan ganas de verlas, me regocijo de que alguien diga lo mismo que yo siempre ando pensando, que la mayoría de las pelis son una mierda más grande que el mundo.Un abrazo, Féliz, y cuando nos conozcamos, dedícame Un ciervo herido. ¿Vives en México?
Cariños desde Taos...
Sospecho lo mismo que tú y ello me hace temer por la salud de mi cordura. Pero me tranquiliza el saber que todo lo que dices y digo, son sólo palabras. Para bien o para mal, ellas nos gobiernan. Por el momento.
LB
Queridísima: Me parece excelente todo este ensayo, porque eso es, y concuerdo contigo en lo de tener a veces ganas de irme a vivir a la punta de una loma; pero...el problema es que esa "punta de la loma" es a su vez nuestra metáfora de "lo que quisiéramos querer pero en el fondo no queremos" porque nos encanta estar en esa lata de sopa arremolinada que nos chupa desde el fondo, alias vida urbana. Brujita ¿recuerdas lo que hiciste cuando llegamos a México en 1992? - vivíamos Agustín, tú y yo en un cuasi paraíso llamado Bacalar, en la Remanganagua de este país, una bellísima y tranquila "punta de la loma"- ¡Decidiste irte a la gran ciudad!. Coño, y es que vivir en el c... del mundo está c... Y creo que hiciste lo correcto en ese momento porque fue lo que te pidió el cuerpo. A lo que voy...la neta es que sí somos masoquistas, y si nos dan a escoger seguimos metidos en la lata de sopa citadina porque la punta de la loma es nada más para fantasear un ratico. Como me dijo hace poco tiempo alguien que me traicionó, "el mundo pasa por otro lado" y a nosotros, con nuestro sempiterno complejo de víctimas del subdesarrollo, las "orillas" nos aburren, en ellas nos sentimos excluidos, en buen cubano de hace veinte años "atrás del palo". Lo que quiero decirte es que le veas el lado bueno a la ciudad,que desde hace algún tiempo todos tus "parques" tienen ese tono de desespero y te enredas en un conflicto sin solución pues YO sé que NUNCA te irías a la punta de la loma, y si te dieran la oportunidad de volver el tiempo atrás harías lo mismo que hiciste hace más de quince años: agarrar tus bártulos y lanzarte para el DF sin paracaídas. Y si yo volviera a vivir ¡me iría contigo!: Normy
Ay mi alma. Qué chanchullo todo este lio. Yo, como dices, estoy al irme a la punta de una loma, pero eso si, desde donde se vea el mar,
Un beso.
COmo es que siendo cubana, te expreses cualsi fueras una mexicana! y en verdad todo loque dices, esas cronicas sobre las peliculas no vistas, la influeza del momento y las señales equivocadas sobre el costumbrismo de nuestra raza.
Seguire tus letras, que entre el humor y el cotidiano existir nos hacen llevadera esta vida que nos decepciona.
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