martes, 17 de febrero de 2009

Revolutionary Road




Revoluctionary Road, la demoledora película de Sam Mendes, no ha sido considerada entre las mejores del año para la entrega de los premios Oscar porque a los señores de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas les pareció muy cruda. Y tienen razón, pero la rudeza no está simplemente en la histeria de los Wheeler ni en esa imagen final de Kate Winslet al pie de la ventana mirando hacia la luz exterior, sino en el excelente guión que nos echa en cara, como un escupitajo, que lo que pasaba en 1955 es exactamente igual en estos días: el habitante de las grandes ciudades como hormiga hacinada en los transportes y las oficinas, repitiendo comportamientos y patrones sociales que no le satisfacen, sobreviviendo sin alicientes pero con ese halo de “normalidad” que nos hace creer que la vida es sólo esta acumulación de días enredados como la ropa sucia en una canasta y que convierte en locos a quienes tratan de alterar o cuestionar ese “orden”.
Nomás hay que ver la traducción del título para su exhibición en Latinoamérica: Sólo un sueño. Seguramente nuestro traduttore traditore —al que no imagino muy calderoniano— consideró que el tema de la cinta era la ilusión enloquecida e imposible de los Wheeler y no precisamente todo el condicionante entorno que se opuso a ella. “No tenía que ser París”, dice Mrs. Wheeler, maniatada, obnubilada, cuando la esperanza de un cambio empieza a venirse abajo y sólo queda ante sus ojos el gran sueño americano: matrimonio perfecto con dos hijitos y esperando el tercero en la preciosa casita de madera de los suburbios que fue su maldita jaula de oro.
Una Kate Winslet tan flaca y desmejorada que nos hace llorar de saudade recordando a la llenita Rose de Titanic o a la exquisita Madelaine de Letras prohibidas (Quills). ¡Qué afán de convertirlas en distróficas! Estuve viendo recientemente a Jennifer Connelly en Casa de arena y niebla, incluso en Réquiem por un sueño, todavía preciosa, con esos hermosos ojos; no el fleco cadavérico y ojeroso de El día que la tierra se detuvo. O Halle Berry cuando ganó el Oscar, con su pelo corto y cara de mujer sana; no el esperpento verdoso de las películas siguientes. Esta lista podría ser interminable y no es más que otra de las muestras de la insatisfacción autodestructiva que nos llega a través de los medios. Es necesario aplastar la belleza, sustituirla por modelos enfermas y convencer a las señoras de que así, esqueléticas como el cadáver de la novia, es que se ven mejor.
Pero volviendo a la película de marras, los señores de la Academia, a quienes ha de molestarles especialmente un ojo tan agudo en un extranjero, sólo nominaron a Revolutionary Road en tres categorías: dirección de arte, vestuario y actor de reparto. Parece que a Mendes no le funcionó la estrategia de repetir el sello de American Beauty. Tal vez porque en Revolutionary Road faltan los aderezos de la homosexualidad y las drogas, tan socorridos en Hollywood para restarle valor a los asuntos, que hacía de aquellos personajes, independientemente de la intención de sus productores, estereotipos diferentes al “perfecto matrimonio americano tradicional”. Ése es, sin embargo, el de los Wheeler, una bella parejita que parecía “gente normal”, especial incluso, como miles de estadounidenses de los suburbios que han encarnado por décadas el american way of life.
Pero resulta que la cotidianidad es mil veces más mortífera que el asesino serial de No Country for Old Men (Sin lugar para los débiles… ¡mira tú la traducción!), que increíblemente le ganó el Oscar el año pasado a Expiation. Bobería vs. seriedad. Enfrentar la dura realidad nunca les ha gustado a los señores de la Academia, que seguramente premiarán El curioso caso de Benjamin Botton, más larga que un mes de mayo e igual de aburrida, con su ridículo zunzún en alta mar como la plumita mamona de Forrest Gump. Sin más mensaje que la exhibición de un fenómeno de feria que les dará el Oscar al mejor maquillaje, aunque lo hayan hecho por computadora, pero que pocas cosas más sólidas nos deja que la idea anticipada de lo que restará de Brad Pitt cuando el batallón de vástagos ajenos que Angelina le ha colgado de los hombros acabe con lo poco que le queda de juventud y belleza.
Pero ése es el tono que le gusta a la Academia y a buena parte del gran público: medio epopéyico, medio bobalicón, un tanto alegórico, pero sobre todo superficialito. Nada que les conmueva los cimientos o los enfrente a sí mismos. Gente lejana, asesinos y lunáticos que nunca nos toparemos en la calle, héroes legendarios, personajes históricos, ETs.
También debe haberles parecido cruda ―si es que la entendieron― la variante de happy end de Vicky, Cristina, Barcelona. Ya no digamos las “impropiedades” que ocurren en el transcurso, que les han valido folclóricas nominaciones a los españoles del elenco. Un filme donde, a diferencia de los últimos de Woody Allen ―Match Point, Cassandra’s Dreams (Los inquebrantables)―, no hay un solo muerto ni una gota de sangre. Ni menstrual. Pero es la más descojonante de todas. Tal vez no es para Oscar, no, pero venía a cuento por esto de que ni los más bonitos matrimonios están salvados de la violencia, la decepción y la desesperanza. Ni en 1955 ni ahora. Ni en América ni en Europa. Ni consumados ni apenas principiantes.
Nada, que mientras espero el estreno de Slumdog millionaire —según Mabel LA película del año— y La duda —para disfrutar una vez más la maestría de la Streep—, me quedo pensando que Winslet y DiCaprio, juntos, parecen estar destinados a que siempre se les hunda el barco. Ni modo.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Solo dos cosas.
En Revolutionary Road, yo creo que lo unico que se opuso al personaje de Kate Winsle fue ella misma. Sus pocas herramientas para buscar dentro de ella la posibilidad de transformar su entorno. Eso es para mi, lo más duro de la peli, que nos tira en cara a las mujeres nuestra incapacidad de buscar en lo cotidiano lo mejor que tenemos. Siempre tenemos que dar pasos heroicos, romper cosas,familias,hijos, para ser y sentirnos reconocidas. No hemos aprendido a vivir con nuestros miedos y por eso siempre ponemos la pica.. en Paris. Y lo digo por experiencia. Mi madre si logro irse a ese soñado "Paris" sin haber viajado nunca,y yo apenas termino de entender porque mi niñez fue tan desolada.

Segundo: ¡Cuidado con Benjamin Botton¡Es una pelicula que se vale de tonterias para decir un monton de cosas.
Que el reloj del inicio en retroverso sea la voz de alarma de los EU para virar la historia hacia atrás, y que esa historia en retroverso sea abandonada por el PATRIARCA porque le pareció horrorosa, y que entonces sea recogida compasivamente por una negra, es un mensaje de puñeta.

Sin embargo, creo que la DUDA es la mejor pelicula del año y de muchos años. Lo mejor no es la Streep. La actriz Viola Davis es lo mejor: lo que dice, como lo dice, su amor incondicional y su capacidad de hacer temblar nuestras certezas mas prfundas.
Eso creo yo que no se mucho de cine.
Gracias

Mabel Cuesta dijo...

querida, gracias por esta entrada dedicada al cine... que tanta falta nos hace esa belleza...
Con la anonima de arriba, quien quiera que sea, concuerdo completamente (menos en lo de Doubt, porque ha sido la unica que no he podido ver).
Kate Winslet -que en donde esta para 18 oscares y un premio que inventen para ella sola es en The reader; justo la acabo de ver el viernes- se conforma (dramaticamente hablando) con sus posesitas y miradas, mientras el otro se destripa en gritos y mas gritos... no creo que haya sido un problema de ella como actriz, sino de direccion.Pero personalmente a mi la pelicula me dejo con grandes expectativas por llenar. Y no hablo de haberse ido a Paris, eso no tiene gracia, digo, otra vez, dramaturgicamente hablando.
Como te dije en mensaje privado, es un buen documento de la epoca y efectivamente de esta epoca, pero solo en lo tocante a los hombres. Esa eterna grisura de las oficinas y la conformidad aun pervive, sin embargo, ya ninguna mujer se queda en los suburbios porque si no van a trabajar, se les hunde la casita bonita... solo los ricos, riquisimos, se permiten esos lujos...
Pero volviendo a lo que ibamos, cada cual lee desde su propia sed, de ahi, creo, que te impacto la peli de ese modo... ya sabemos lo feliz que estas en la oficina... pero tal vez una segunda mirada te la recoloque mejor... para mi, ed Di Caprio, con todo y los gritos fue lo mejor de la pieza.

Slumdog Millionaire y The Reader en cambio, proponen distintos universos, cada una en su segmento de historia, remodelan las categorias de lo narrativo. Y la consabida y agonica relacion entre el bien y el mal. Dos joyas que guardo entrañables que guardo profundas...
Ha sido un comienzo de año lleno de buen cine y aunque el Pitt no me sofoca nada, la idea de Fitzgerald -muy bien leido el- del eterno retorno y el regreso al origen me parecio muy bien puesta en escena... y la palma se la llevo otra vez, la Blanchet.

Anónimo dijo...

Chica! No soy muy cinefila, pero leer tu post me ha animado a ver siquiera algunas de las pelis...

Anónimo dijo...

Amen! y de acuerdo del pi al pa! Salud a las esplendidas gorditas jajajjajaaa, asi pienso desde mis "saludables" 65, (de pronto baje 60 libras y me senti cadaverica!!! ) Pense, carajo me cogio "el cangrejo" pero no, gracias a Dios! el stress "familiar" hizo lo suyo: se cumplio !al fin! la deseada, esperada, suicida "reunificacion familiar", termino la sentencia impuesta por opinion opuesta al rrrrrrrrrrrrrrrregimen, los rehenes volaron libres: ahora disfruto a mis hijos y mis nietos. No pudo mas el pobre preso y se volvio suspiro...
Un abrazo,
Nancy Estrada

Odette Alonso dijo...

Sucede que cualquier decisión que implique que una mujer haga “lo que no se espera de ella” es un acto de locura o de heroísmo. A nadie le parece “fuera de lugar” que Benjamin Botton, muerto de frío y ahogado en alcohol, se suba a ese barco, se vaya a Rusia y se refocile con la mujer del otro… A nadie le parece inapropiado cuando, recién nacida su hija, se trepa en la moto y se va a la India a fumar marihuana. De eso ni se habla, es “lo que se espera” de un hombre: que sea aventurero y hasta hijo de puta se supone consustancial a su naturaleza. No pasa lo mismo cuando April Wheeler, después de enredarse en lo que es “normal” en la vida de las mujeres, “lo que se espera” de ellas (que deje su carrera para casarse y tener sus hijitos), descubre que se está asfixiando y trata de sobrevivir. No, entonces es una mala madre que quiere arriesgar la estabilidad de su familia por una absurda aventura, una pendeja que no sabe buscar dentro de sí misma ni disfrutar de lo que tiene, ni sacarle lascas doradas a su cotidianidad, ni alegrarse de que a su marido lo han ascendido y va a ganar más, por lo que podrá llevarlos a esa playita dos veces al año. Esa es la cosa. Digo yo...

Anónimo dijo...

digo yo...jejeje
yo también digo que revolutionary road implica dolores de una realidad que pocos queremos aceptar y es que
esa vida que se supone todos debemos tener, esa vida en la que nos casamos y tenemos hijos (más si somos del género femenino)a veces nos absorbe y nos manipula para que "creamos" que eso es lo que realmente queremos ;
es verdad,salirte del parámetro es ya una violencia par ala sociedad, pero cuando es una mujer quien lo hace es doblemente reprochable, y sí, por qué no acpetarlo, a veces duele ser diferente.
creo que hay mucha gente que busca los sentidos a la vida, a las cosas, a lo que se es, y me parece que a la vida no le da el sentido el hecho de hacer lo que se espera o lo que quiere la sociedad de ti...sino de sentirse uno mismo con sentido...
pero mientras tanto, a vivir la vida!!!! que es lo que a mi, hace tener sentido!!!!
abrazos
jetzabeth

Milagro Haack dijo...

Mis saludos Odette.

Vaya que tengo tiempo sin entrar a tu espacio, entonces voy despacio.(me llegan los correos por otra dirección)
Sobre el arte cineasta, me parece bien las acotaciones que haces. El caso Benjamin Botton, me pareció una buena película de ficción y drama. Vaya que creatividad para volver a ser madre, y lo incondicional de aceptar su realidad. El amor en todas sus facetas. La imagen final el colibrí (creo) es simbólico que marca(personalmente a mi) la unión de la vida y la muerte. La trama queda abierta....para pensar en la fuerza femenina y la aceptación del Alma Máter...

Un abrazo

Anónimo dijo...

Odette:
Y tú eres una articulista o columnista descojonante, soberbia. Gracias. Ah, claro, aquí en mi comarca de la cuba profunda no ha llegado la película. Salud.
Francis

Anónimo dijo...

Vi la película.
John, con sus treinta y tantos electrochoques y sus matemáticas perdidas era el único cuerdo.
Además del "No tenía que ser París", me tocó mucho lo que le dice el jefe a Frank, cuando dijo que dejaba la compañía y que resume lo que se espera de un hombre o de un profesional: "Un hombre sólo tiene dos oportunidades en la vida y si no las aprovecha va a pasarse la vida preoguntándose cómo llegó a convertirse en un segundón". Y luego todo ese asunto de "hacer sentir orgullosos a tus padres" de hacerles un homenaje a su jodida y cansada vida de esclavitud...
Concebir el sueño como "la idea infantil", pre-ver la posibilidad de arrepentirse de las decisiones y dejarse llevar por el "control de inventario" para sentirse normales, aceptados, incluidos... frases y definiciones como esas, creo que si uno se pone a escribirlas, va a encontrarse con su "vacío desesperanzador", pero antes de que eso pase, sacudimos la cabeza, sonreímos, saludamos, preparamos un buen desayuno, seguimos como si nada... y morimos.
Pensaba el otro día, que cómo puede gastar tanto dinero en practicamente nada... que se puede vivir con muy poco...
"Hace falta coraje para llevar adelante la vida que quieres".