Abro los ojos y tengo en la mano una cápsula dorada, un poco más larga que una pastilla. La observo detenidamente mientras pienso en la vida. El sol que entra por la ventana la hace brillar; el reflejo traza figuras de luz en la pared, sobre los muebles. Es un explosivo muy potente, concentrado. Voy a tomármela tragando en seco. Cuando llegue al estómago y los ácidos corroan su envoltura, estallará.
Abro los ojos y voy subiendo una pendiente, una calle sin asfalto. Me fijo adonde pongo el pie, trato de no pisar en falso. Hay una casa blanca, con ventanas de vidrio y una mujer me mira por entre las persianas. Su mirada es un látigo. Fallo el siguiente paso, me resbalo, una piedra me rasga el pantalón y la rodilla. La sangre se coagula al instante en que sale, prefigura lo que será la costra, la postilla. El dolor ensordece. Sé que cuando vuelva la cabeza ya no estará su rostro detrás de la cortina.
Abro los ojos y sobre una mesa de quirófano hay un cuerpo. Del techo pende una estructura cuadricular hecha de cuchillas afiladas, parecida a aquel artefacto que metíamos en las cubetas para hacer hielo en cuadritos o a las navajas de la primera escena de The Cube. Todo está en silencio, en calma, a la espera. No se conoce la hora exacta pero en cualquier momento caerán.
Abro los ojos y el tren anaranjado entra a toda velocidad a la estación. Una mujer madura, de apariencia extranjera, está parada al borde del andén. El viento la despeina cuando el convoy le pasa por delante, casi rozándola. Se abren las puertas y ella da un paso atrás. Los que bajan la empujan; la empujan los que suben. Parece un monigote.
Abro los ojos y es de noche. Entre las sombras veo un escapulario de Teresa de Ávila, su corazón en llamas. Un puñal cobra altura, el brazo a todo lo largo. Antes del golpe, el alma escapa en un suspiro y observa desde afuera. “Lástima de máquina perfecta”, parece decir su voz imperceptible. Es ella quien hunde en la nuca el tiro de gracia. “¿Será que al fin conocerá la paz?”
Abro los ojos y hay una casa frente al mar. Pocas habitaciones, unas cinco quizás. El techo de palma, las paredes ligeras y en cada una de ellas, un mural. Desde la terraza se observan el amanecer, el mediodía, los ocasos. Me siento junto al tronco caído, echo puñados de arena a los cangrejos que asoman por la boca de sus cuevas laberínticas. La tarde cae. El mar rompe con fuerza, las gotas se hacen sal sobre la piel. Una canción muy vieja se escucha en lontananza. ¿Habrá allá, detrás del horizonte, algún camino?
Abro los ojos y la goma de un lápiz va borrando el nombre que escribí, letra por letra: la o, la ese, la ene van dejando un rastro sucio, rasposo, en el papel. Vuelvo a abrirlos y no veo más que arena. Una arena brillante que deslumbra; millones de granitos iridiscentes. Tal vez, más que silicio, sea mar, la lumbre de las olas, los fuegos de Tritón. Tal vez una galaxia, el universo. Tal vez un puñal, las vías del tren, el odio de unos ojos, una píldora que estalla en mil colores.
Querida Odette, es como seguir tus pasos con los ojos cerrados, tienes un lenguaje mágico que nos lleva sin darnos cuenta, la vuelvo a leer y me produce nuevos matices pero en esencia es algo invisible como los ojos de esa mujer que mira, como un cuerpo que se eleva y debajo está el vacío, será un sueño o es una luz real, un reflejo conciente de nuestro paso por este mundo. Gracias.
ResponderEliminarEspléndido texto. Gracias mil,
ResponderEliminarAlejandro
Es bello, puedo ver la cápsula, la mujer, la sangre derramada...¡Ustedes los poetas hacen cosas hermosas con las palabras!
ResponderEliminar¡Y tenemos que reunirnos pronto, chica!
Mi querida pienso que el mayor misterio es el de la mujer que se te esconde atrás de la ventana o será atrás de tus sueños. Eso sólo tú lo sabes. Besos
ResponderEliminarAlejandro Querejeta? Corazón de melón, ¿es un sueño o realmente estoy frente al blog de la Alonso con la que sueño que sueña? Qué gusto verte ahí, o soñarte tal vez.
ResponderEliminarOdette, !qué palabra estarías escribiendo, que la goma insistía en borrar!... :la o, la ese, la ene.. osn...???
Un abrazo.
la Villamar
me ha encantado ese sueño en vigia,
ResponderEliminaruna vision muy personal que esconde muchos códigos, muchos secretos.
Cuanto disfrute poético...
con admiración,
maya
Los sueños encierran grandes deseos y grandes temores.En tu texto los hay. Pero sin análisis tu sueño es una obra de la Literatura Universal, belleza de prosa. Abrazos.
ResponderEliminarGracias, guapa, por este bonito cuento: un buen regalo para mi amanecida... Y a tu pregunta, elevando el término "sueño" a su mayor potencia, respondo parafraseándote: el sueño es esa franja transparente donde vivimos. La única habitación de la casa. Lo demás es angosto pasillo, opaco imperio de muros, herrumbre en los goznes, amarga sinfonía de postigos... Te abrazo.
ResponderEliminarJorge
TAL VEZ...
ResponderEliminarEL SUEÑO DE TUS SUEÑOS TEJE Y DESTEJE EL HORIZONTE DE MIS OJOS
ResponderEliminarBESOS
TIU SIEMPRE
ALINA
Es un poema en prosa excelente, yo lo tomaría y lo guardaría como tal, para un libro.
ResponderEliminarEl fragmento que más me "transporta" es de la mujer madura parada al borde del andén, y el "anaranjado" no está puesto por gusto, funciona.
Gracias.
Félix Luis Viera