Lo que hace unos años considerábamos vulgar, hoy es digno de una antología de la puerilidad. Recuerdo cómo decía “¡oooh, qué atrevido, qué insinuante!” cuando Lalo Rodríguez cantaba “he manchado mis sábanas blancas/ recordándote”, y “¡uff, qué bajeza!” con El General farfullando: “Bien bien buena, tú te ves bien buena/ parece una botella de coca cola”. Eso es elaborada metáfora, magistral manejo de imágenes, ahora que vivimos el boom de la explicitez.
Y no culpemos al reggaeton, porque antes de que Daddy Yankee pusiera a pedir gasolina, a perrear y a janguear como putas malas a todas las niñas del planeta, ya la Charanga Habanera cantaba aquello de “te di, te di donde te gusta a ti/ ahí, en el centro/ y te dejé con la bala adentro”, los panameños Rabanes alardeaban de que “cuando me lo agarra yo lo tengo tieso”, Illya Kuryaki and The Valderramas invitaban “a mover el culo, a mover el culo” y Molotov le ladraba “perra arrabalera” posiblemente a la misma recogida —o a la prima— a la que Kaos apodaba La Ramera porque “en cualquier tronco se atora”. Y mientras unos suplicaban: “Mueve tu cuchi cuchi, mami, mueve tu cuchi cuchi”, las otras respondían, haciendo ojitos, “no te metas con mi cucu”. Y si a ésas vamos, echando mucho más pa’trás el casete, tampoco era tan sacrosanto, por ejemplo, aquello de “dile a Catalina que se compre un guayo que la yuca se te está pasando” o lo de “quimbombó que resbala pa la yuca seca”.
De modo que no debieran asustarnos ni asombrarnos demasiado las propuestas del reggaeton. Sólo que entonces, aquellas canciones eran picaresca popular, manifestaciones más o menos aisladas de marginalidad o rebeldía, o payasadas de algún maleducado queriendo hacerse el gracioso. Pero ya se ha visto que la globalización no sólo atañe a la economía y las luchas sociales: en lo que va de siglo, un ejército de negros raspita dando saltos simiescos y agarrándose lo que tienen en la entrepierna, y una colección de pelvis descoyuntadas llenan los videos musicales, los ojos y las glándulas —no sólo salivares— de buena parte de los jóvenes que creen que eso es la música chida.
¡Y deja el perreo!, que los bailes, mal que bien, siempre tiene su componente erótico... ¡las letras! ¡Madre del Verbo!, como decía mi tío Pepín. Mi favorita, la que me hace levarme del sofá alzando la bandera de los derechos de las mujeres a la dignidad, es la de Calle 13 y Nelly Furtado que, como buena canadiense, no ha de entender ni la mitad:
Y no culpemos al reggaeton, porque antes de que Daddy Yankee pusiera a pedir gasolina, a perrear y a janguear como putas malas a todas las niñas del planeta, ya la Charanga Habanera cantaba aquello de “te di, te di donde te gusta a ti/ ahí, en el centro/ y te dejé con la bala adentro”, los panameños Rabanes alardeaban de que “cuando me lo agarra yo lo tengo tieso”, Illya Kuryaki and The Valderramas invitaban “a mover el culo, a mover el culo” y Molotov le ladraba “perra arrabalera” posiblemente a la misma recogida —o a la prima— a la que Kaos apodaba La Ramera porque “en cualquier tronco se atora”. Y mientras unos suplicaban: “Mueve tu cuchi cuchi, mami, mueve tu cuchi cuchi”, las otras respondían, haciendo ojitos, “no te metas con mi cucu”. Y si a ésas vamos, echando mucho más pa’trás el casete, tampoco era tan sacrosanto, por ejemplo, aquello de “dile a Catalina que se compre un guayo que la yuca se te está pasando” o lo de “quimbombó que resbala pa la yuca seca”.
De modo que no debieran asustarnos ni asombrarnos demasiado las propuestas del reggaeton. Sólo que entonces, aquellas canciones eran picaresca popular, manifestaciones más o menos aisladas de marginalidad o rebeldía, o payasadas de algún maleducado queriendo hacerse el gracioso. Pero ya se ha visto que la globalización no sólo atañe a la economía y las luchas sociales: en lo que va de siglo, un ejército de negros raspita dando saltos simiescos y agarrándose lo que tienen en la entrepierna, y una colección de pelvis descoyuntadas llenan los videos musicales, los ojos y las glándulas —no sólo salivares— de buena parte de los jóvenes que creen que eso es la música chida.
¡Y deja el perreo!, que los bailes, mal que bien, siempre tiene su componente erótico... ¡las letras! ¡Madre del Verbo!, como decía mi tío Pepín. Mi favorita, la que me hace levarme del sofá alzando la bandera de los derechos de las mujeres a la dignidad, es la de Calle 13 y Nelly Furtado que, como buena canadiense, no ha de entender ni la mitad:
Hoy voy a sel tu veterinario,
pa’ tlanquilizalte los ovarios […]
y voy con toa la yuca,
[…]
Mami dale, vamos a conveltilnos en animale,
en sapos y en ranas
y hacer una fiesta con syrop de banana.
Con ganas, rompe las avellana.
Y no me dé tan duro, que se me inflama,
quiero vel to’el panorama,
déjame hacelte un sonograma y chequealte toa,
y comelte toa,
y chupalte como una boa,
mojalte en salsa barbacoa
pa’ dejalte bruta como Rocky Balboa.
Y otra inspirada letra que me provoca una revoltura que sube desde mi área abdominal es ésta:
Cambia esa cara de seria,
esa cara de intelectual de enciclopedia
que te voy a inyectal con la bacteria
pa’ que des vueltas como machina de feria,
señorita intelectual
ya sé que tiene el área abdominal
que va a explotal como fiesta patronal
que va a explotal como palestino.
Yo sé que a ti te gusta el pop rock latino
pero este reggaeton se te mete pol los intestino
pol debajo de la falda como un submarino
y te saca lo de indio taíno.
Porque no basta ser vulgar; hay que ser el mejor de los vulgares, y ahí no tiene competencia el Residente de Calle 13, “el máximo exponente del pecado”, que se llama a sí mismo, con un tino indiscutible, “la araña que el idioma daña”. Ahí, como se diría en Cuba, llegó y paró. Ese jabao es lo más. Y no es que pretenda que la gente escuche en masa a la sinfónica de Viena —que no estaría mal de vez en cuando—, pero una cosa es decir “la rabia, coño, paciencia, paciencia” y otra muy distinta, reseñar cuántos dedos va a meterle a su gata o cómo esa diabla, puesta en cuatro, le chupa el pirulí o tiene tremendo culo.
Y a veces no es siquiera lo que dicen, sino los modos. No quiero parecer santa —que un buen culo intranquiliza a cualquiera—, pero esas muecas, esos gestos y el tono de la voz que al mundo les parecen tan graciosos, me remiten a anécdotas y vivencias de tipos masturbándose en plena calle y persiguiéndote todo el camino, con la cosa afuera, mientras repetían un rosario de eso que llaman piropos, o sea, marraneces.
Por eso no puedo sonreír cuando un reggaetonero manotea y enfurruña la boca para decir: “Súbete la minifalda hasta la espalda” o “quiero ver a to’ los grillos moviendo el fondillo”. O “Mami no te pongas changa, que tú traes tu tanga que te vas a poner pa’ enseñarnos las nalgas” o “Que se preparen que lo que viene es pa’ que le den duro”. Y en esta última tonada, ponga usted atención y júreme que lo que dice no es: “Que se me pare, que lo que viene…” etcétera, etcétera… ¿Ya ve?, si ellos no son lo suficientemente cochinos, los oídos de uno, acostumbrados a sonidos similares de toda la vida, parece que sí.
Sin pretender emular a mi abuela Cristina, que se volvería a morir si los escuchara, esas fusiones urbanas son música de pandilleros, un atentado a la sensibilidad estética de quienes esperamos de la vida —y de la música— un poquito más. Hace un año Leonardo Padura escribió un excelente artículo sobre el tema, “La educación sentimental”, en el cual advertía del, a su juicio, peor legado de esta era de la vulgaridad: “Lo que me duele del reggeatón y sus letras no es tanto lo que provocan ahora entre sus consumidores, sino y sobre todo lo que dejarán en ellos como sedimento cultural, sensorial, afectivo, como sustancia para la evocación cuando los tiempos de hoy ya sean los de ayer.”
Vamos de acuerdo, Padura. Así que zúmbale el mambo pa que mis gata prendan lo motore… que hasta Nelson Ned, José Feliciano y los Pasteles Verdes, juntos, eran mejor que esto. ¡Hasta la Macarena! Porque ahora sí que como vislumbraron, preclaros, Los Van Van: “¡Se acabó el querer!”.
Uno más, a tu colección de textos: "Si quieres tomar champola, apurrú1ame la guanábana".
ResponderEliminarY lo más impresionante es que La Academia de la Música, los ha premiado a todos, incluso al más vulgar con el codiciado Grammy.
ResponderEliminar¡Pobre Ñico Saquito!
La Pitu
Querida Odette.
ResponderEliminarAndas en lo claro. Que no se trata de falsos criterio moralistas. Ya uno está por encima de eso. Se trata de lo que preocupa a Padura. Lo que quedará en las entrañas de la juventud de hoy, sin otra alternativa, los padres de mañana, los viejos de pasado mañana.
Te confieso que a veces me he preguntado si no es que ya estoy "ocambo" y por eso no me gustan esas frases y esas "melodías" cansonas y repetitivas de dos o tres acordes, pues como uno anda en esto de promover a músicos y cantantes, no quiero "quedarme atrás" porque estaría propiciando al mismo tiempo quedarme sin trabajo. Después, cuando los escucho otra vez, cito a mi amiga Mercedes Couzo: "A la mierda abanicos, que no hay quien sople" y sigo promoviendo a Pablo, a Silvio, a Polito Ibáñez, David Torrens, Carlos Varela, Alejandro Sanz, Manzanero y más, muchos más, que por suerte son muchos todavía los que tratan de hacer canciones con textos que refieren otras preocupaciones.
Un beso y gracias por el blog.
Omar Mederos
Tienes mucha razón, Odette...Pero no puedo evitar el que algunas de esas marranadas me den gracia. Será porque aquí no las oigo nunca...pero tu artículo en defensa del idioma (que no se trata de moral) está muy bueno
ResponderEliminarTeresita
Recordé la que considero la más fina canción sobre sexo, bella, cuenta una gran templada, lo dice totalmente todo sin vulgaridades:
ResponderEliminar...
Quisiera ser un pez
para frotar mi nariz
en tu pecera
y hacer burbujas de amor
por donde quiera
¡oh! pasar la noche en vela
mojado en ti
Un pez
para bordar de corales tu cintura
y hacer siluetas de amor
bajo la luna
¡oh! saciar esta locura
mojado en ti.
...
LaPitu
Cariño:
ResponderEliminarTu bien sabes cuanto yo esperaba el articulo sobre el reguetton. No solo porque el genero me parece vulgar y ofensivo, mas bien, porque como expresa Padura me preocupa mucho lo que aporta negativamente a las nuevas generaciones. Ya, muy a pesar mio, he visto las consecuencias en mi hija y mi preocupacion aumenta porque aunque he tratado de mantener a mis nietas alejadas de esta y otras tendencias que se han impuesto como moda, con el inicio de sus vidas de estudiantes, me resulta imposible mantenerlas lejos de esa infeccion.Ya quieren que les ponga La Gasolina en la radio del carro. Y como evitarlo si hasta en las puertas de Toys & us, tienda especializada en vender juguetes para ninos, anuncian los especiales al compas de tan macabras composiciones (descomposiciones). Es un bombardeo constante y como mismo el ingles o cualquier lengua se aprende escuchando hablarla, los mensajes de dichas canciones van penetrando las mentes infantiles cual amebas en buen caldo de cultivo.
Quiero aprovechar para decirle al amigo Omar Mederos (nombre que me resulta familiar pero del que no recuerdo el rostro) que yo tambien estoy ocamba y me he cuestionado al igual que el si es por esta razon mi antipatia hacia este tipo de sonido -que no voy a llamar musica-, pero cuando escucho temas de cantantes mas jovenes que nosotros, bien eleborados, que tocan temas actuales y cotidianos sin caer en la tonelada de mierda que nos tira encima el reguetton, rejuvenezco y trato de dar brincos de alegria (no siempre lo logro porque ahi esta la inoportuna artritis). No solo quiero seguir escuchando Comienzo y final de una verde manana, sino que recargo baterias escuchuchando a Buena Fe y su tema Fin de Fiesta o Sigo callendo, como la mejor manera de decir: amo a pesar de todo y de mi. Como veras carino, ya somos dos. Quiero llegar a la tercera edad manteniendo mis conceptos esteticos. Quiero tejer como todas las abuelas, pero al compas de Oh Melancolia, o El Breve espacio en que no estas y para ser mucho mas contemporanea Nacimos angeles.
...bendito quien su fortuna va en corazon y cabeza como dice el compatriota guantanamero de Buena Fe. Bendito donde quiera que se encuentre, incluso al lado de La Zaja donde vive el desagradable renacuajo rodeado de calandracas y guajacones. Que no todo lo que brilla es oro, y para muestra el blim-blim de los reguetoneros.
Sigue atancando duro querida amiga, donde mas duela, donde es mas necesario. Que rescatemos tres o cuatro de tanta basura y mediocridad nos garantizara la continuidad en nuestra lucha por hacer al ser humano mas digno, conciente y respetable. Te regalo el abecedario, un beso y buenos deseos.
Inés María
Querida Odette: Enhorabuena por este bello blog! Y este articulo que pone en palabras lo que muchos pensamos del dichoso reggaeton que a la hora de bailarlo no tiene precio pero en cuanto te pones a escuchar ese machismo concentrado con mas machismo, se te quitan las ganas de mover el culo, para citarlos a ellos mismos. Imaginate cada vez que me toca volver a Puerto Rico de Ohio o de Yucatan y tengo que sumergirme en eso dia y noche, porque de carro a carro, de casa a casa y de avenida a avenida, Puerto Rico se esta convirtiendo en una gran pista de reggaeton garantizado. Esperemos que pase pronto esta ola de agresion contra la mujer y todo lo que sea diferencia y diversidad sexual porque hasta homofobicos son los reggaetoneros. Ya nos tocara entonces recomponer ese mundo maltrecho por tanta idea barata.
ResponderEliminarabrazos,
Daniel Torres
CHEVERE EL BLOG POR LA OPORTUNIDAD PARA MANIFESTAR DISENCIÓN, VARÓN. HAY UNA COSA QUE LLAMAN POR ACÁ (COLOMBIA)"CHAMPETA" QUE NO HACE MÁS QUE CONCITAR, AL FIN DE LA ALGARABÍA NOCTURNA Y AL AIRE LIBRE, A CONSUMIDORES DE PSICOTRÓPICOS LO QUE REPRESENTA UN RIESGO PA'L VECINDARIO GUALMENTE SUCEDE ACÁ CON EL "EXQUISITO" REGGUETÓN, QUE ENTRE OTRAS COSAS ES EN EL PARECER DE MUCHOS SUS CONTRADICTORES "LA CUOTA INICIAL DE UNA CULIADA PERO NO ES MÚSICA" (POR LO FACILISTA Y GROTESCO DE LA LETRA DE SUS COMPOSICIONES Y ME SUMO A ESTA APRECIACIÓN AUNQUE SEA RESPETUOSO DE LAS TENDENCIAS.
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