Parafraseando la canción.
En la madrugada del 28 de junio de 1969 la policía irrumpió en una cervecería del Greeweech Village neoyorquino. Por aquel entonces, no sorprendían a nadie las redadas en establecimientos frecuentados por marginales, incluidos los homosexuales en esa categoría. Pero esa noche en el Stonewall Inn los ánimos se calentaron más que de costumbre. La situación se les salió de control a los agentes del orden cuando la gente —no sólo homosexuales— que se fue concentrando a las afueras del bar, empezó a gritar consignas como “¡Gay Power!”, a cantar, aplaudir y apoyar a los detenidos y a los expulsados del local. Lo que la historia ha registrado mesuradamente como “disturbios de Stonewall” acabó como —diríamos los cubanos— la fiesta del Guatao.
Las protestas, a las que se fueron sumando cada vez más adeptos, se extendieron a los siguientes días y en una semana, los residentes del barrio se habían reunido en grupos de activistas que protagonizaron las primeras manifestaciones organizadas en defensa de los derechos homosexuales. Esto fue el detonante para que en todo el mundo surgiera lo que se conoció originalmente como movimiento gay, que el 28 de junio de 1970 realizó en Nueva York y Los Ángeles las primeras Marchas del Orgullo.
Al cabo de estos 42 años de lucha tenaz y constante, la situación de las homosexualidades es otra, aun cuando persisten actos sistemáticos de odio y discriminación. Los logros de la última década en aspectos legales y sociales todavía despiertan asombros e inquietudes, especialmente la incorporación del matrimonio entre personas del mismo sexo en las legislaciones de España, Argentina, Brasil, la ciudad de México y algunos estados de
Quienes no son homosexuales, por muy cercanos y solidarios que sean, tal vez sólo tienen una idea pequeñita de lo que es vivir contraviniendo una norma moral tan primaria y estricta. Desde que nacemos somos catalogados como mujeres u hombres según los órganos genitales que tengamos, y desde ese mismo primer respiro queda definido cuál debe ser nuestro comportamiento sexual: las niñas, hembras; los niños, varones. Y aunque hoy sepamos y aseveremos que la genitalidad no necesariamente determina las inclinaciones y atracciones, el peso de esa marca es inconmensurable. Pero, además, fallido. Porque no existen sólo esos dos sexos y mucho menos esa única forma de relación que se pretende.
Más no relataré las confusiones, angustias, abusos, burlas, ataques, suspicacias, descréditos, insidias o limitaciones que un homosexual tiene que enfrentar, sino que voy a hablar del orgullo, como anuncié en el título. ¿Por qué tendrían que estar orgullosos un gay o una lesbiana?, preguntan los críticos del orgullo ajeno, como si no pudiera estar una orgullosa de lo que le dé su regalada gana. Y yo, criada y crecida en el machismo revolucionario cubano —uno de los peores—, donde teníamos que ser hombres nuevos aunque fuéramos mujeres, consiento a ratos en que no estoy orgullosa por las tonalidades de esa sexualidad que no escogí, que me fue dada de manera natural como a los heterosexuales la suya. Que no le doy gracias a la vida por ser lesbiana, sino por ser Odette Alonso con todos sus bemoles, incluida la valentía para asumir públicamente la especificidad “diferente” de mi sexualidad.
De esa valentía sí estoy orgullosa. Y también de haberme propuesto ser abiertamente lo que soy, de esforzarme para que el ejercicio de esta sexualidad no menguara mi dignidad como persona y como profesional, de haber incorporado ese tema a mi proceder cotidiano y a mis letras con altura literaria, para contribuir así a que otros niños y niñas, a que otros jóvenes, sepan que no es torcido ni perverso ni condenable no ser heterosexual.
Mi orgullo son los activistas que durante décadas, en cada rincón del planeta, contra viento y marea, arriesgando incluso sus propias vidas, se han empeñado en lograr que tengamos los mismos derechos y oportunidades que el resto de la gente, y quienes siguen luchando por que no sean las peculiaridades de nuestra sexualidad una razón de discriminación, marginación y segregación. Lo son, también, aquellos que escriben nuestra historia en la práctica cotidiana y quienes la documentan en la literatura, las artes, el periodismo y la promoción cultural.
Mi orgullo son aquellas personas que me dieron soporte, ejemplo y fuerza: mi tío Pepín, mi tía Noris y Sonia, mis hermanos los Orlando, las hermanas que desde la universidad venimos andando este camino común. Y las amigas y amigos, cómplices y compañeros, que he encontrado en el trayecto: los que al cabo siguieron otras rutas, los que la muerte nos arrebató prematuramente, los que seguimos cerca, abrazándonos y riéndonos todas las veces posibles. Y quienes en cualquier lugar del mundo han tenido el coraje de vivir con sus parejas —o de tener miles de amantes— cuando así lo han decidido sin importarles —o desafiando— el ojo del vecino y la espada flamígera de las autoridades y de las convenciones sociales.
Mi orgullo son mi madre y Piri —que tantas cosas han tenido que enfrentar en mi nombre—, mi sobrino Camilo, mi prima Astrid y todos los heteros que me han apoyado y brindado su amistad sin reparos ni condiciones (porque muchos ha habido y hay que prefirieron no hacerlo). Y mi orgullo —enorme, invaluable, casi indescriptible— son las mujeres a las que he amado —grandes, hermosas, tremendas—, que me han dado el honor de compartir con ellas como pareja un tramo de sus vidas, de nuestras vidas.
A todas ellas y a todos ellos hoy, en el Día del Orgullo, y todos los días del mundo, mi más sincero agradecimiento.
Mi orgullo es:
ResponderEliminarHaberte conocido y seguir disfrutando de tus letras.
Vaya, carajo, sonado y cantado de una forma bella y clara como tu sonrisa. Muy buena lectura como siempre y razones muy humanas para aprender a valor y respetar como Dios manda.
ResponderEliminarComo siempre mi apretadita, me estrujas el corazón. Qué bueno tenerte en mi vida. Te quiero mucho mucho mucho. Te abrazo. E.
ResponderEliminar¡Muy bien dicho todo, querida Ode!! Cierto que tienes mucho de que estar orgullosa, mandaré este post a tutillimundi. Un abrazo y todo mi apoyo desde Taos..
ResponderEliminarTambién es mi orgullo. :)
ResponderEliminarTe quiero mi O
Nadir Chacín
AY SI, LESBIANA HASTA LA MUERTE Y ORGULLOSA DE SERLO, AUNQUE EN VEZ DE EN LESBOS HAYA NACIDO EN CUBA......ME ENCANTAN LAS MUJERES.
ResponderEliminarSI TODOS FUERAMOS IGUALES, SERIAMOS MUY ABURRIDOS.....;)
Odette,
ResponderEliminarSiempre se ha dicho, pero no permitido en igual medida la siguiente idea: "el que quiera hacer de su cuerpo un violín que lo toque o..."
Como meta, pienso que en materia de orgullo está el ser, ante todo, la persona humana que eres pues de esa condición parten o se derivan todos los derechos que tienes y que no deben de ser perseguidos ni censurados, incluyendo el derecho a ser o no homosexual o heterosexual. Hay que defenderlos como derechos naturales, primero, porque no te los orotoga ningún poder pero si éste se plantea ser realmente democrático tiene que acogerlo en sus leyes básicas, o sea, en las constituciones de cada país.
Saludos y abrazos,
Rafael Saumell
Simplemente maravilloso. Orgullosa de ti, de tu gran talento para transmitir, orgullosa de haber formado parte de un tramo de tu existencia. Te quiero mucho y te admiro más :) Dora.
ResponderEliminarExcelente y sentida reflexion... Asi es, mucho de que sentirte orgullosa.
ResponderEliminarBesos.
Busco, busco y busco palabras e ideas para agradecer lo que aprendo de ti y solo encuentro dos: "Gracias Odette".
ResponderEliminarLB
El orgullo es mío, por leerte, por apreciarte como el gran ser humano que eres.
ResponderEliminarPara gustos se hicieron los colores... y mi gusto es poder apreciarlos todos.
Gracias por compartirte
Cierto es que los heterosexuales no tenemos ni peregrina idea de lo que implica vivir una sexualidad diferente, sea cual sea, tan natural como la vida misma pero tan perseguida e incomprendida incluso hoy. Por eso este fin de semana estaré en Chueca con mis amigos y amigas bailando bajo la bandera del Arcoiris. Un abrazo cubano desde España,
ResponderEliminarLidia.
Sentirnos orgullosas como seres humanos: esta es la auténtica dignidad y lo que tiene que mover, por fuerza, al respeto ajeno. Sigo tu literatura y admiro tu talento, escritora. Cordialmente, Mayda
ResponderEliminarQué torpe y banal la mirada de los que aún no comprenden que el amor y la felicidad tienen múltiples e infinitas manifestaciones. Qué pobre y triste la mirada de los que no ven la poliexistencia del corazón, sus caminos plurales, sus ilimitadas combinaciones, su policromía, sus andaduras diversas y esas ecuaciones que asaltan y desbordan pertinazmente los límites de lo esperado, lo simétrico o lo posible...¿verdad?.
ResponderEliminarUn gusto leerte Odette y un placer compartir desde el entendimiento de la diferencia tu mismo orgullo.
UN beso
Julio Fowler
Querida, de nuevo disfruto lo que escribes y compartes; en estos días, tú y yo coincidimos en el tema, abordándolo de forma distinta, pero con una entraña semejante; por lo mismo, te invito a leer mi entrada en: http://closet-roto.blogspot.com/?zx=387bd409b73c57f0 Nuestro orgullo tiene una historia y, lo que es quizás más importante, numerosas biografías. Besos, Xabier.
ResponderEliminarGRANDE! HERMOSA! TE QUIERO!
ResponderEliminarE. Carrodeguas
Odette,
ResponderEliminarFantástica tu reflexión. Me ha emocionado hasta las lágrimas (y no es hipérbole ni metáfora ;-))
Un beso
Carmen
Amiga querida, en Occidente fueron la homosexualidad y la bisexualidad unas de las tantas víctimas de la construcción ética iniciada con el pensamiento socrático y reafirmada en las grandes religiones monoteístas. El hombre entendió que el pensamiento mítico y relativista presocrático tenía un techo poco humano y demasiados agujeros de cara al añorado imperio de la razón y al consecuente “progreso”. Bueno, esto (también en Occidente) lo estamos arreglando. Nuestro edificio ético se está rehabilitando, y una de las cosas positivas de tal obra es, en mi opinión, la aceptación de que muchos individuos son natural y biológicamente homosexuales o bisexuales. Yo creo que pronto no habrá que estar orgulloso de no ser heterosexual, porque nada tan normal demanda orgullo. Sin embargo, en mi opinión, es otro el peligro ahora: ése que nos lleva hacia la asexualidad, hacia una maquinita artificialmente inteligente adoradora de la cacharrería técnica que no necesita del sexo para nada. Ojalá no tengamos que estar orgullosos más temprano que tarde de resistir, desde la humanidad, las tentaciones a prescindir de uno de sus grandes privilegios: el sexo, sea cual sea, no sólo como vía de persistencia, sino como fuente de placer y motor de comunicación social. Ojalá, amiga, que dejemos pronto de estar orgullosos de todo lo que tenga que ver con el sexo. Ojalá… Te abrazo. Jorge
ResponderEliminarOdette, siempre te leo como debo leerte, con la cercanía, el cariño y la complicidad que me produce todo lo que haces. Aunque eres una gran poeta (lo eres de verdad) y eres una gran mujer (lo has probado innumerables veces), te leo familiarmente. Al leerte oigo tu voz, escucho a mi entrañable abuelita. Sin embargo, hoy sentí algo diferente cuando acabé este post. Tu honestidad, tu naturalidad, tu sencillez y tu hombría (dicho sin machismo, más bien como una burla a ese mal) me han hecho demasiado feliz. Y que una lectura te haga feliz es lo más que se le puede pedir a las palabras. Te quiero mucho.
ResponderEliminarDE TI ORGULLECIDA, DIRÍA EL BARDO. TE QUIERO...
ResponderEliminarBravo!
ResponderEliminareres unica,
DT
Aquí en San Francisco acabamos de celebrar en grande con todo un fin de semana dedicado al día. Fueron dos días lindos y llenos de alegría y libertad con gente de todas edades participando. Mis hijos de 5 y 7 años quieren participar otra vez el próximo año.
ResponderEliminarExcelente, Odette. Contundente e inspirador.
ResponderEliminar¡Gracias!
Hoy es que pude venir a leerte; Tremendo post,asi me gusta Odette Alonso, mujer hasta donde duele!!!Felicidades.
ResponderEliminarOdette, seguramente que esta frase de la jerga española te suena de haberla escuchado por aquí y hoy la utilizo de manera grandilocuente para enaltecer tu escrito "TÍA, ERES LA HOSTIA", que en castellano fino es algo superior "al no va más". Un abrazo enorme
ResponderEliminarme gusta mucho el sonido abierto de lo k escribes, la humildad para gritar verdades y hacer puentes con frases bellas , emotivas y no por emotivas menos profundas . saludo de un gallo con corazon de brisas
ResponderEliminarMi querida leerte tan sincera como siempre hablaste desde aquellos ya lejanos 80 me dejan orgulloso de haberte conocido, de haber podido compartir y respetar contigo todas las diferencias afectivas.
ResponderEliminar"Que no le doy gracias a la vida por ser lesbiana, sino por ser Odette Alonso con todos sus bemoles, incluida la valentía de asumir públicamente la especificidad "diferente" de mi sexualidad..."
ResponderEliminarCoño, negra, felicidades, me gustó. Hiciste que se me salieran algunas
lagrimitas, ¿será el maricón que uno tiene escondido o el hecho de
haber tenido y tener GRANDES AMISTADES con una sexualidad diferente a la mía, porque según ¿? la mía es "normal" y la de "ustedes", no?
Por ser valiente, entre otras cosas, es que te quiero. Besotes para ti y los
"tuyo(a)s".
Mano
bello, desgarrado post, odette.-nunca entres por el aro.
ResponderEliminarRosie Inguanzo
hermoso, odette, gracias
ResponderEliminarMe ha encantado!! Bravo "genia" ! Te quiero.
ResponderEliminarRosa María Muiña
Muy hermoso, pero muy hermoso.
ResponderEliminarYo estoy orgulloso de ser tu amigo de muuuuchos años, tu hermano en la poesía, de tener la dicha de que sigamos juntos, sirenita mía.
Muchos besos, pero muchos.
Hermosísimo post Odette. Has dicho lo justo...y de qué manera!! Un abrazo transoceánico!
ResponderEliminarYo los admiro, porque se debe ser muy valiente para enfrentar una sociedad- y hablo de todo el mundo- donde es mas importante a que sexo perteneces a ver si eres capáz de dar amor.
ResponderEliminarMi abrazo, Odette,
Silvia Loustau
Admirada Odette: Mi humilde orgullo es poder leerte e intentar escribir desde un fondo libre de prejuicios, estigmas antiguos y una inquebrantable e indignada voluntad de IGUALDAD DESDE LA DIFERENCIA, auténtico motor de mi pensamiento y de mi vida.
ResponderEliminarUn abrazo sororo,
Celia
Gracias Odette, tu orgullo es el mío. Un abrazo grande y apretado
ResponderEliminarPinche Odette, eres única!!!!!
ResponderEliminarHola Odette,
ResponderEliminarYo soy transexual y tan cubana como tu. Felizzzzzzzzzzzzzzz y orgullosa, tan orgullosa de ser yo que solo de pensarlo se me aguan los ojos.
Lucia Alejandra
Ontario, Canada
www.transexualcubana.blogspot.com
No se por que no lei esto el año pasado... Ah, si, es que me estaba mudando! Bueno, querida, mas orgullo aun tendras ahora! A todas tus mujeres, tus hombres, tus sexualidades en transito, tus desafios, tus conquistas... A todos, todos, los abrazo y envuelvo en esa bandera multicolor...
ResponderEliminarHoy he vuelto al Parque del Ajedrez y te encuentro mejor que nunca, más combativa y más feliz. me alegra convicciones y de tus orgullos. Te seguiré visitando en ese parque que aún no he visto pero que presiento. Desde Paraguay con mucho cariño y admiración, Lita. Mi nueva dirección es la sabinahermosa@gmail.com
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