A Livier, por lo tantas veces comentado.
A Amélie y sus amigas, Nadir y Rodolfo, Montse y Reto
por la velada de anoche.
A Amélie y sus amigas, Nadir y Rodolfo, Montse y Reto
por la velada de anoche.
Anoche, en la sede de la Sociedad General de Escritores de México (SOGEM) realizamos una tertulia para presentar la Antología mínima del orgasmo (Monterrey, Ediciones Intempestivas, 2009). Estuve gratamente acompañada por mis amigas y colegas Amélie Olaiz, Nadir Chacín y Montserrat Hawayek, compañeras en esta orgiástica aventura, y por un público participativo y retador. Tan intenso y animado estuvo el ambiente, que ni siquiera sentimos el temblorcillo de 5 grados Ritchter que sacudió el valle de México. Me atrevo a asegurar que todos salimos satisfechos, como después de un buen orgasmo.
Éste es el texto que compartí allí:
Cuando leí los resultados de la Primera Encuesta Nacional sobre Sexo que Consulta Mitofsky realizó en 2004, me quedé, como se diría en Cuba, patidifusa. Tan aterradores eran, que sentí un escalofrío recorrerme el cuerpo desde el cóccix hasta la coronilla y viceversa. Sólo 2.6 % de las encuestadas relacionó la palabra sexo con satisfacción, y sólo 1.9 % con felicidad. Por aquella misma época, el Instituto Mexicano de Sexología dio a conocer que, según sus investigaciones, 80 % de las mujeres que viven en ámbitos rurales y 40 % de las asentadas en las ciudades padecen anorgasmia, o sea, nunca han tenido un orgasmo.
El orgasmo femenino no es cosa fácil, ya se sabe. Comparado con el masculino, tan expedito, inevitable y vistoso, el nuestro es algo así como desentrañar un tesoro. Llegar a él demora; requiere paciencia, tanteo, insistencia inteligente. Pero cómo un instituto especializado en sexualidad —me pregunté entonces, incrédula; me lo sigo preguntando ahora— afirma esa barbaridad atroz en vez de indagar, por ejemplo, en la capacidad amatoria de las parejas de esas pobres mujeres y en sus propias costumbres de represión y desconocimiento, insuficiente o nula educación sexual.
No hace mucho escuché a una amiga afirmar, con una contundencia que rayaba en la indignación, que el orgasmo está sobrevalorado. Al instante concluí, apenada por ella: ¡otra que no se viene! Porque cuando uno no conoce el orgasmo, puede vivir eternamente despreocupada entre las brumas de su ignorancia; pero quien lo ha sentido al menos una vez en la vida, sólo podrá otorgarle su justísima dimensión. Ni más ni menos. ¿No es acaso una especie de Big Bang dentro del vientre? ¿No es la concentración de toda la energía en un punto que de pronto estalla? ¿Quién podría renunciar a esa impronta creacionista, a ese universo que se contrae y se expande en el regazo?
Confieso que soy una golosa de los orgasmos. Tal vez debido a mis costumbres sexuales, a mi elección de preferencias, a mi temperamento caribeño, el orgasmo ha sido siempre el punto culminante de toda cópula. Hacia allí se encaminan, literalmente, todos los esfuerzos. Es su objetivo, su meta, su razón de ser. Entiendo, admiro y respeto a quienes encuentran o fijan en el apareamiento un fin ulterior más elevado y pretensioso, más universalmente conservacionista y regenerador, pero aun en ese caso, creo que siempre será mejor lograrlo del modo más placentero.
Una cosa sí hay que aceptar: el orgasmo no nace; se hace. Hay que lucharlo pues, ponerse durita, que es —observen ustedes qué paradoja— todo lo contrario al masculino proverbio de “flojita y cooperando”. Porque la famosa cosquillita con la que suele confundírsele y referírsele es sólo el preludio del estallido que vendrá. Y es —no lo olviden, no se dejen engañar— una respuesta fisiológica absolutamente democrática: no está vedada a nadie. Porque como escuché alguna vez: no hay mujeres frígidas, sino mal manipuladas. Y añadiría yo: seguramente poco ilustradas en la propia anatomía y sus placeres.
En la vida, como en la literatura, para alcanzar sueños hay que trazarse objetivos claros, bien definidos. Y si en la primera me esfuerzo por cumplir a cabalidad mi intención de “llegar hasta el final” con todo el gozo posible, así lo hago también en la segunda. Sería imperdonable condenarnos a la anorgasmia de que hablaba el Instituto Mexicano de Sexología. Por eso ha sido una fiesta participar en esta Antología mínima del orgasmo —que no del orgasmo mínimo… ¡gracias a Dios… y a la destreza adquirida!—, compilación de textos que Livier Fernández Topete y Héctor Alvarado reunieron el año pasado para las Ediciones Intempestivas de Monterrey y que ya ha tenido presentaciones en las principales plazas —literarias— de la República mexicana.
Lo celebro hoy, una vez más, al lado de las 51 multiorgásmicas amigas con las que comparto estas páginas que son una orgía policultural y multilingüística. Lo celebro como a cada uno de los orgasmos: propios y ajenos, solitarios o solidarios, sincrónicos o alternos, onanísticos y orgiásticos, extrovertidos o modosos, generosos o caprichosos, monogámicos y políglotas. Los del libro y los de la vida real; los pasados y los futuros. Porque como dijo uno de los asistentes a la tertulia en la Sogem, no existe el orgasmo, sino orgasmos; disímiles, variados, cada uno con personalidad propia. Recuerdo en este momento una frase reciente de mi amiga Ana Gloria: “Lo único malo que tiene el orgasmo es que dura muy poquito”. ¡Precisamente por eso hay que venirse mucho!
“No te hagas más pajas mentales”, dirían en Cuba si me ven tan elocuente en la teoría y sin visos de praxis inmediata y concreta, como quien se ilusiona con un imposible. Pero a estas alturas sé que las “pajas”, incluso las mentales, habrán de conducirme, sin lugar a dudas, al fin deseado: el divinísimo orgasmo, es decir, cuando menos una catarata de ideas, un surtidor de esperanzas que, más tarde o más temprano, hagan de lo imposible, realidad.
______
Y éstos son mis poemas incluidos en la Antología mínima del orgasmo:
TATUAJES
La punta de la lengua dibuja el redondel
una esfera de fuego
un tatuaje liminar sobre tu vientre.
La punta marca el triángulo
el círculo primario
la ranura de luz donde luego se hunde
el cántaro de lava
la eclosión.
MEDIODÍA
A mediodía
una lluvia de flores tapiza el aguacero
y adentro el aire se hace más liviano.
Sobre tu piel mi piel
en mi boca el elíxir
estela de humo limpio
advenimiento.
La punta de la lengua dibuja el redondel
una esfera de fuego
un tatuaje liminar sobre tu vientre.
La punta marca el triángulo
el círculo primario
la ranura de luz donde luego se hunde
el cántaro de lava
la eclosión.
MEDIODÍA
A mediodía
una lluvia de flores tapiza el aguacero
y adentro el aire se hace más liviano.
Sobre tu piel mi piel
en mi boca el elíxir
estela de humo limpio
advenimiento.
Gracias Odette. Feliz de compartir la velada contigo, con todas.
ResponderEliminarEl público estuvo DIVINAMENTE chido-chévere.
Hasta el próximo orgasmo literario,
mi reina
Besos,
Nadir
Lindos los poemas; dos joyitas orgásmicas. "Advenimiento": con qué licencia tan plena usas el término en ese contexto. Me gustó eso.
ResponderEliminarCristina
Fascinada. Un orgasmo inteligente, explosivo, como el volcán Eyjafjallajökull, y tan complejo como su nombre. Porque está visto que la madre Tierra actúa en consecuencia, nos enseña que los límites son "pecaminosos", sobre todo los adquiridos, no es posible procrear con amor sin la diversidad que ofrece el arte amatorio.
ResponderEliminarComo tú, creo que la educación es responsable de estos límites. Pueblos de la antiguedad reverenciaciaron el sexo como parte esencial del diario vivir y lo practicaron enfocados en el mutuo placer, como en la India, hoy considerada como la precursora de la educación sexual, o Mesopotamia. Desgraciadamente el puritanismo trabajó arduamente para estigmatizar el placer, y encenegó la naturalidad que debe existir en las prácticas sexuales.
Mujeres, abran sus puertas a le explosión del cuerpo, sólo necesitan dejarlas de par en par.
Odette, hermosos tus poemas.
Besos,
Karin
Tus poemas son preciosos, te felicito. Y tú misma has mencionado dos palabras claves en la anorgasmia femenina: represión y desconocimiento. Como también son certeras tus palabras al afirmar que quien ha sentido el orgasmo una vez ya no puede vivir sin él. Toda la represión de estos lados se la debemos a la SANTA MADRE IGLESIA que todavía no se ha enterado de lo que es natural en el ser humano, e imprescindible. Aunque el apareamiento puede ser sublimado, sin orgasmo, no es completo. Felicidades por hablar de temas todavía, aunque parezca mentira, vedados.Honor a quien honor merece: el orgasmo bendito.
ResponderEliminarmi querida Odette, como tu, soy una forofa del orgasmo, sus preludios y posteridades... sabes que estoy en una edad muy mala, cosa que repito para risa de mis amigas y mi pareja que me acompaña en la locura y me lleva a paraísos insondables.
ResponderEliminarGracias por poner esa nota fresca y placentera en nuestras atormentadas cabezas... gracias por los bellísimos poemas que tuve el lujo de leer recién salidos del horno... eduquemos más y mejor a las niñas, a las mujeres, para que no haya una sobre la tierra que sea despedida sin la hecatombe mas hermosa que vientre humano haya visto...
Muy bueno el post y los poemas, me gusta tu forma de abarcar el tema sin rodeos, y satisfecho con esta lectura orgasmica.
ResponderEliminarbien por ti, tienes razón en todo, si templar no es gozar, no
ResponderEliminarvale ná...
Te dedico mi siguiente orgasmo, Odettica. Un abrazo grande.
ResponderEliminarLeticia Romero.
Desafortunada la mujer que en la tierra, no haya tenido un orgasmo todavía. Eduquemos a nuestras hijas y hermanas en el conocimiento de nuestro propio cuerpo. Pongámosle también un poco más de hedonismo y un poco menos de mecanismo al acto en sí.
ResponderEliminarMuy bueno tu post, Odette, con estos temas frescos y desinhibidos. Y tus poemas, preciosos. Besos, Ivelisse
Ay Odette, qué puedo decir que no sobre... sin embargo, quiero decir que te quiero y eso me parece suficiente.
ResponderEliminarGracias y felicidades a todas por el evento.
Si yo creyera en calificaciones académicas al uso para otorgar valor a cómo logra la inteligencia y el talento de alguien deshojar -desnudando totalmente sus esencias múltiples- la materia estudiada que describe (las relación entre Libertad-Política-Sexualidad-Crisis y Conocimiento, en este caso), al máximo de puntuación que daría a tu Orgasmia Literaria -después de los intensos que he tenido mientras veía a tus palabras templar las circunstancias-, agregaría Cum Laude. O lo que es lo mismo, "Te la comiste, chica."
ResponderEliminarEstamos en el camino correcto. Creo.
LB
Odette; sí, ¡que viva el orgasmo! Y que vivan tus poemas. No sé si me corro o me vengo, o lo que sea, también cuando te leo.
ResponderEliminarBesitos desde Madrid.
DE ACUERDO TOTAL CON VOS, sobre todo después de leer ESPEJO DE TRES CUERPOS, que es un orgasmo total, en todos sus momentos. Porque además, creo que el orgasmo está presente en todo y no es sólo genital pero obviamente es en todos los casos sexual porque te involucra el centro del placer, la vida.
ResponderEliminarUn abrazo grande
silviaelena
eso es lo que se llama un texto orgasmico mi querida un beso goty.
ResponderEliminar¡Tremendo! lo de la primera parte de tu Parque, no puedo imaginar ¡tanta desesperanza...!Luego, ¡Genial!, y los poemas, no son poemas, son... ¡Poemasos!
ResponderEliminartienes razón pobres de aquellas que que no lo han sentido!
ResponderEliminarsi uno es hijo del sexo, porque no disfrutarlo?
hermosos poemas, eróticos y venideros.
abrazos
jetzabeth
Mi querida Odette,
ResponderEliminarQue muchos orgasmos más no acompañen eternamente, pues sin ellos no vale todo es soledad. Abrazos
Es cierto, en estas cosas del sexo todo sucede como una acción deportiva: preparación, concentración, calentamiento, múltiples formas de desarrollo, fragor, intensidad, movimientos, sudoraciones y... la meta, el estambre, el jaque --que si es continuado, mejor--, pero si tiene que ser mate, pues que lo SEA.
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