¿Ibas bien, Fidel?
Como ahora todo es público y compartido —buena razón tenía aquél, tan visionario, con que “el futuro pertenece por entero al socialismo”—, se ha puesto de moda “colgar” —como se dice en la jerga cibernética, muy a tono con esa gran vecindad que es la aldea global— álbumes de fotos personales, a veces íntimas, en sitios de internet. Las favoritas, además de las familiares, suelen ser las de viajes. Así, el público vidente —que puede ser cualquiera, esas redes son indiscriminadamente abiertas e inclusivas—, podrá saber si vas a Cancún o puebleas, si eres turista o viajero.
En uno de esos álbumes una amiga incluyó hace unos días las fotos de su reciente estancia en México. Entre ellas, un cartel que halló expuesto en un lugar del Centro con la mítica foto de Fidel, Camilo y las palomas. Para quienes no conocen la anécdota, en uno de los primeros actos públicos de 1959, el 8 de enero en el cuartel general de Columbia, de pronto, inesperada, una paloma blanca se posó sobre el hombro del orador. En ese mismo discurso, al afirmar que los peligros que asediaran a la naciente revolución habrían de enfrentarse y resolverse “sin tiros” —¡mira tú!—, Fidel interpeló a su acompañante: “¿Voy bien, Camilo?”, a lo que el otro barbudo respondió: “Vas bien, Fidel”; diálogo que se antoja muy revelador, irónico seguramente —¿cuándo en la vida aquél le ha preguntado a nadie si va bien? ¡Si él nunca se equivoca!—, ahora que sabemos que entre ambos hombres hubo diferencias tan grandes que acabaron en la inexplicable desaparición del Comandante del Pueblo, del Señor de la Vanguardia, del Héroe de Yaguajay, cuando sólo unos meses después el avión en que regresaba de Camagüey cayó en las aguas transparentes y poco profundas de la plataforma insular y nunca fue encontrado.
Volviendo a nuestro asunto, como esos democráticos espacios de internet permiten no sólo enterarse de la vida y milagros de la gente, sino también opinar al respecto —“¡qué chundo está este güey!”, “¡mamaciiita, cómo has creciiido!”, “¡qué bien te sienta el rojo, amigui!”—, la imagen de los líderes de la revolución cubana despertó, en sus círculos cercanos, encarnizado debate ideológico —¡ah, la batalla de ideas!— que obligó a mi amiga a dar explicaciones acerca de sus intenciones al tomar y publicar la foto. Tan candente se puso la cosa, que a punto estuvo de borrarla del álbum virtual.
Estamos enfermos los cubanos. ¿A qué mente calenturienta puede ocurrírsele que esta señora, que vive en Estados Unidos desde los años sesenta, hubiera hecho la foto por devoción a los comandantes y no por asombro hacia la veneración que siguen despertando esas figuras en las izquierdas políticas y en los pueblos del mundo. Veneración de tintes mercadológicos la mayor parte de las veces porque son iconos sembrados en la conciencia visual que ya no resultan objeto de cuestionamiento alguno: suelen aceptarse con la misma indiferente naturalidad que los anuncios de McDonald’s o de la Coca.
Pero a ver, si a uno le diera la reverendísima gana de poner en la sala de su casa, en su mesa de noche o en su álbum de Hi5 o de Facebook un retrato de Ho Chi Minh, del Subcomandante Marcos o de Obama porque le cae bien el tipo, le gusta el colorcito de fondo o espantan a los malos espíritus… ¿a quién le importa eso? ¿Por qué nos sentimos con el derecho de montar de inmediato un acto de repudio justamente a lo Fidel Castro? ¿Acaso no podemos superar esa odiosa influencia, esa impronta de dictador absolutista, de “sólo es bueno lo que yo hago o pienso”, de “están conmigo o en mi contra”? ¿No podemos ser lo que se llama democráticos, respetar los gustos y las predilecciones de los demás sin considerarlas deslices o errores que tenemos la misión impostergable de corregir?
La semana antepasada el músico cubano Paulito FG, que aún vive en la isla, hizo en Miami una de las escalas de su gira. En entrevista para un programa del canal GenTV, dijo algo así como que “creer en Fidel hasta cierto punto ha sido una suerte, nosotros hemos sido por toda una vida gente que ha creído en el Comandante y hemos vivido tranquilamente, honradamente, haciendo nuestros sueños artísticos'” y añadió que nunca ha tenido trabas para realizar su trabajo, por lo cual es un hombre “sin temor a nada”.
Qué suerte la de Paulito, digo yo… qué bueno que ama a Fidel. Porque tener que vivir en Cuba sin amarlo es un verdadero calvario. Qué bueno que nunca ha tenido obstáculos, acosos ni censuras… porque tenerlos nos encaminó a nosotros hacia estas otras tierras. Dichoso él. Claro que no todos piensan con mi acostumbrada naturalidad: las afirmaciones del músico revolvieron el avispero y de inmediato hubo convocatorias para boicotear su presentación en el Sunshine State. Reproduzco textualmente una anécdota que, en tono muy cubano, circuló por internet:
Al otro día de las declaraciones de Paulito FG en Miami era su concierto en el Club La Covacha. Los bailadores, sin hacer caso del llamado del exilio histórico, llegaban en sus carros listos a sumergirse en la salsa del cubano italiano fideliano.
Enfrente del club se encontraba la siempre presente Vigilia Mambisa dándole un acto de repudio “tipo Mariel” a cada uno de los que entraban: ¡Comunistas! ¡Fidelistas! ¡Hijeputistas!
Se agolpaban allí los noticieros hispanos, las cadenas de TV americanas, los reporteros de la prensa plana, las agencias de noticias. En eso, un Lexus negro último modelo dejó bajar a una mujer con traje largo negro, elegantísima y repleta de joyas. Mientras le gritaban miró a la multitud enardecida, se remangó el traje y gritó: “¡Me sale del boooollooooooo!” delante de las cámaras de TV y de todos los reporteros que se quedaron pasmados primero y después irrumpieron en una carcajada.
Dígame usted con qué confundido criterio alguien le exige a otro que no baile con la música que le gusta. ¿No es exactamente lo que hizo el gobierno cubano cuando prohibió la difusión, la venta de discos y la escucha incluso doméstica de Celia Cruz, Olga Guillot, Valladares, los Estefan, El Puma, Feliciano, Roberto Carlo, Oscar de León o tantos otros cuando dijeron o hicieron algo que no le gustó al máximo líder? ¡Estamos enfermos los cubanos!
También hace unos días alguien me preguntó —palabras más, palabras menos— cómo es posible que insista en hablar y en citar a Silvio Rodríguez a estas alturas, después de todo lo que ha pasado. Cuando traté de responderle, me vi trepada en un balance de la sala de mi casa de Santiago, con una tiza húmeda en la mano, escribiendo en la pared: “Mejor ser felices como nuestros padres/ y hacer de la lástima amores eternos/ hasta que a la larga te tape el invierno”. La guitarra de Silvio es un tiempo de muchachos llenando de letreros las paredes; un tiempo en el que un grupo decía “que una canción tiene que ser muy fácil para la razón” y él les echaba en cara: “¡No han abierto los ojos/ al mundo!/ Miren qué decir eso/ con tanto motivo/ para no reírse/ como hay”. En medio de aquel mar de confusiones de los veinte años, su voz nos repetía como una palmada en el hombro:
A los tristes amores mal nacidos
y condenados por su rebelión
daré algún día mi canción de amigo
y fundiré mi vino con su vino
sin perder el sueño por la excomunión.
En una entrevista a Sandra Lorenzano, a propósito de su novela Saudades, me topé una vez más aquella absurda pregunta de qué salvarías de un naufragio, qué te llevarías a una isla desierta. Siempre he dudado ante ese planteamiento. Qué libro elegiría entre miles de libros, qué foto, qué objeto material… ¡Y desde cuándo se anuncian los naufragios para que uno tome previsiones y provisiones!… Para reconocer el valor de las cosas —o las cosas a las que les damos valor— no deberían ser necesarias pérdidas tan drásticas.
Sin embargo respondí. Papel y plumas, arriesgué esta vez. “Todo lo que no esté en papel se perderá en el fin del mundo”, suelo decir cuando me da por el catastrofismo. Pero allí, en la isla hipotética, para qué serviría un papel más que para avivar el fuego o para ciertos requerimientos higiénicos de los primeros tiempos… Allí vendría mejor una caña de pescar, una coa para la siembra, un recipiente para recoger el agua limpia. Lo demás son vacuas elucubraciones de intelectuales fantasiosos. Entonces pienso que en esa isla —y en todas— lo único que sobreviviría es la memoria y, en la mía, junto a Sabina y a Fito, junto a Serrat, Víctor Manuel, Ana Belén, Los Van Van y Son 14 —Quiero ir a Bayamo de noche…—, siempre cantará Silvio, siempre seguirá oyéndose su guitarra.
PD: Sí, me gusta Shakira… ¿algún problema?
Como ahora todo es público y compartido —buena razón tenía aquél, tan visionario, con que “el futuro pertenece por entero al socialismo”—, se ha puesto de moda “colgar” —como se dice en la jerga cibernética, muy a tono con esa gran vecindad que es la aldea global— álbumes de fotos personales, a veces íntimas, en sitios de internet. Las favoritas, además de las familiares, suelen ser las de viajes. Así, el público vidente —que puede ser cualquiera, esas redes son indiscriminadamente abiertas e inclusivas—, podrá saber si vas a Cancún o puebleas, si eres turista o viajero.
En uno de esos álbumes una amiga incluyó hace unos días las fotos de su reciente estancia en México. Entre ellas, un cartel que halló expuesto en un lugar del Centro con la mítica foto de Fidel, Camilo y las palomas. Para quienes no conocen la anécdota, en uno de los primeros actos públicos de 1959, el 8 de enero en el cuartel general de Columbia, de pronto, inesperada, una paloma blanca se posó sobre el hombro del orador. En ese mismo discurso, al afirmar que los peligros que asediaran a la naciente revolución habrían de enfrentarse y resolverse “sin tiros” —¡mira tú!—, Fidel interpeló a su acompañante: “¿Voy bien, Camilo?”, a lo que el otro barbudo respondió: “Vas bien, Fidel”; diálogo que se antoja muy revelador, irónico seguramente —¿cuándo en la vida aquél le ha preguntado a nadie si va bien? ¡Si él nunca se equivoca!—, ahora que sabemos que entre ambos hombres hubo diferencias tan grandes que acabaron en la inexplicable desaparición del Comandante del Pueblo, del Señor de la Vanguardia, del Héroe de Yaguajay, cuando sólo unos meses después el avión en que regresaba de Camagüey cayó en las aguas transparentes y poco profundas de la plataforma insular y nunca fue encontrado.
Volviendo a nuestro asunto, como esos democráticos espacios de internet permiten no sólo enterarse de la vida y milagros de la gente, sino también opinar al respecto —“¡qué chundo está este güey!”, “¡mamaciiita, cómo has creciiido!”, “¡qué bien te sienta el rojo, amigui!”—, la imagen de los líderes de la revolución cubana despertó, en sus círculos cercanos, encarnizado debate ideológico —¡ah, la batalla de ideas!— que obligó a mi amiga a dar explicaciones acerca de sus intenciones al tomar y publicar la foto. Tan candente se puso la cosa, que a punto estuvo de borrarla del álbum virtual.
Estamos enfermos los cubanos. ¿A qué mente calenturienta puede ocurrírsele que esta señora, que vive en Estados Unidos desde los años sesenta, hubiera hecho la foto por devoción a los comandantes y no por asombro hacia la veneración que siguen despertando esas figuras en las izquierdas políticas y en los pueblos del mundo. Veneración de tintes mercadológicos la mayor parte de las veces porque son iconos sembrados en la conciencia visual que ya no resultan objeto de cuestionamiento alguno: suelen aceptarse con la misma indiferente naturalidad que los anuncios de McDonald’s o de la Coca.
Pero a ver, si a uno le diera la reverendísima gana de poner en la sala de su casa, en su mesa de noche o en su álbum de Hi5 o de Facebook un retrato de Ho Chi Minh, del Subcomandante Marcos o de Obama porque le cae bien el tipo, le gusta el colorcito de fondo o espantan a los malos espíritus… ¿a quién le importa eso? ¿Por qué nos sentimos con el derecho de montar de inmediato un acto de repudio justamente a lo Fidel Castro? ¿Acaso no podemos superar esa odiosa influencia, esa impronta de dictador absolutista, de “sólo es bueno lo que yo hago o pienso”, de “están conmigo o en mi contra”? ¿No podemos ser lo que se llama democráticos, respetar los gustos y las predilecciones de los demás sin considerarlas deslices o errores que tenemos la misión impostergable de corregir?
La semana antepasada el músico cubano Paulito FG, que aún vive en la isla, hizo en Miami una de las escalas de su gira. En entrevista para un programa del canal GenTV, dijo algo así como que “creer en Fidel hasta cierto punto ha sido una suerte, nosotros hemos sido por toda una vida gente que ha creído en el Comandante y hemos vivido tranquilamente, honradamente, haciendo nuestros sueños artísticos'” y añadió que nunca ha tenido trabas para realizar su trabajo, por lo cual es un hombre “sin temor a nada”.
Qué suerte la de Paulito, digo yo… qué bueno que ama a Fidel. Porque tener que vivir en Cuba sin amarlo es un verdadero calvario. Qué bueno que nunca ha tenido obstáculos, acosos ni censuras… porque tenerlos nos encaminó a nosotros hacia estas otras tierras. Dichoso él. Claro que no todos piensan con mi acostumbrada naturalidad: las afirmaciones del músico revolvieron el avispero y de inmediato hubo convocatorias para boicotear su presentación en el Sunshine State. Reproduzco textualmente una anécdota que, en tono muy cubano, circuló por internet:
Al otro día de las declaraciones de Paulito FG en Miami era su concierto en el Club La Covacha. Los bailadores, sin hacer caso del llamado del exilio histórico, llegaban en sus carros listos a sumergirse en la salsa del cubano italiano fideliano.
Enfrente del club se encontraba la siempre presente Vigilia Mambisa dándole un acto de repudio “tipo Mariel” a cada uno de los que entraban: ¡Comunistas! ¡Fidelistas! ¡Hijeputistas!
Se agolpaban allí los noticieros hispanos, las cadenas de TV americanas, los reporteros de la prensa plana, las agencias de noticias. En eso, un Lexus negro último modelo dejó bajar a una mujer con traje largo negro, elegantísima y repleta de joyas. Mientras le gritaban miró a la multitud enardecida, se remangó el traje y gritó: “¡Me sale del boooollooooooo!” delante de las cámaras de TV y de todos los reporteros que se quedaron pasmados primero y después irrumpieron en una carcajada.
Dígame usted con qué confundido criterio alguien le exige a otro que no baile con la música que le gusta. ¿No es exactamente lo que hizo el gobierno cubano cuando prohibió la difusión, la venta de discos y la escucha incluso doméstica de Celia Cruz, Olga Guillot, Valladares, los Estefan, El Puma, Feliciano, Roberto Carlo, Oscar de León o tantos otros cuando dijeron o hicieron algo que no le gustó al máximo líder? ¡Estamos enfermos los cubanos!
También hace unos días alguien me preguntó —palabras más, palabras menos— cómo es posible que insista en hablar y en citar a Silvio Rodríguez a estas alturas, después de todo lo que ha pasado. Cuando traté de responderle, me vi trepada en un balance de la sala de mi casa de Santiago, con una tiza húmeda en la mano, escribiendo en la pared: “Mejor ser felices como nuestros padres/ y hacer de la lástima amores eternos/ hasta que a la larga te tape el invierno”. La guitarra de Silvio es un tiempo de muchachos llenando de letreros las paredes; un tiempo en el que un grupo decía “que una canción tiene que ser muy fácil para la razón” y él les echaba en cara: “¡No han abierto los ojos/ al mundo!/ Miren qué decir eso/ con tanto motivo/ para no reírse/ como hay”. En medio de aquel mar de confusiones de los veinte años, su voz nos repetía como una palmada en el hombro:
A los tristes amores mal nacidos
y condenados por su rebelión
daré algún día mi canción de amigo
y fundiré mi vino con su vino
sin perder el sueño por la excomunión.
En una entrevista a Sandra Lorenzano, a propósito de su novela Saudades, me topé una vez más aquella absurda pregunta de qué salvarías de un naufragio, qué te llevarías a una isla desierta. Siempre he dudado ante ese planteamiento. Qué libro elegiría entre miles de libros, qué foto, qué objeto material… ¡Y desde cuándo se anuncian los naufragios para que uno tome previsiones y provisiones!… Para reconocer el valor de las cosas —o las cosas a las que les damos valor— no deberían ser necesarias pérdidas tan drásticas.
Sin embargo respondí. Papel y plumas, arriesgué esta vez. “Todo lo que no esté en papel se perderá en el fin del mundo”, suelo decir cuando me da por el catastrofismo. Pero allí, en la isla hipotética, para qué serviría un papel más que para avivar el fuego o para ciertos requerimientos higiénicos de los primeros tiempos… Allí vendría mejor una caña de pescar, una coa para la siembra, un recipiente para recoger el agua limpia. Lo demás son vacuas elucubraciones de intelectuales fantasiosos. Entonces pienso que en esa isla —y en todas— lo único que sobreviviría es la memoria y, en la mía, junto a Sabina y a Fito, junto a Serrat, Víctor Manuel, Ana Belén, Los Van Van y Son 14 —Quiero ir a Bayamo de noche…—, siempre cantará Silvio, siempre seguirá oyéndose su guitarra.
PD: Sí, me gusta Shakira… ¿algún problema?
19 comentarios:
Ay, Odette, a veces creo que estamos conectadas por "ríos secretos". No se me ocurre una sola palabra que yo no hubiera escrito en un comentario como éste. Ah...además de todos los que mencionaste, incluídos Silvio y Shakira,¡a mí me gusta Luis Miguel!
Tu amiga que está en Chetumal.
Querida Odette, sobre todo está muy bien escrito este texto. No creo que lo del músico cubano que fue a tocar en la Covacha el salga del corazón, sino del miedo. Mas, resulta valiente ir a actuar allái después de decir los disparates qeu dijo y que tú tan bien ironizas.
Pero hay un razón fundamental: la Tolerancia, y en eso acierta muy bien tu edición de hoy. Si no toleramos, aun a los que les gusta Shakira (Oh, tú, adorada, qué horror)pues caemos en la misma negación del otro de la paloma, que si no pienas o sientes como yo, pues, sencillamente, no sabes pensar ni sentir.
Camilo Cienfuegos es inolvidable. Los otros también inolvidables, pero por causa contraria.
Cariños:
Félix Luis
Tú siempre tan sabia. Mientras más te leo, más orgullo tengo de haberte conocido en tu propia salsa (o son) santiaguero. Un abrazo enorme que cruza el ciclónico mar caribe.
Camilo
¡Mujer!, ¿dónde aprendiste a pensar así? ....No, no, no, dí la verdad. Tú naciste en Santiago de Cuba, pero te hicieron en otro lugar entre El Cielo y El Infierno -¡no El Purgatorio!-, al que llamo Tierra de Nadie. Cuando nos encontremos, algún día, te contaré de qué están hecho los que fuimos fabricados allí. ¡Hombre!
LB
jajajaja... y a mi me gusta Obama... pasa algo? tomó alguien sopa de guapo y me va a partir la cara, o que bolá con la postmodernidad?
Odet, me ha encantado esta entrada, de hecho, me robaste la idea de mi proximo blog que ya no sera, porque a proposito del mensaje que circulaste con la chusmeria de la cubana aludiendo al sur de su garganta, me vi todo el chisme de Paulito FG en el youtube y me quede enferma, como me quedo siempre antes estas cosas... viendo con pena no solo la discusion, sino los niveles de la discusion... es decir, ese punto de construccion de dictadura en donde todavia se estan cuestionando el concepto de libertad y se estan repartiendo la ideologia de Cuba como una sola masa uniforme, si estas alli eres comunista, si estas aqui, hiciste lo correcto... eso si, dependiendo, casi siempre de cuando viniste... porque si eres de los ultimos, los que estudiaron alla y esas cosas...mal rollito, peste a comunismo hay...
Fui participe del estupor de la señora que colgo la foto de Camilo y el otro en su web de viajes y la pobre, no solo tuvo que aclarar, sino que tuvo que ratificar, otra vez su posicion politica...
Siempre he pensado y cada vez y tristemente me queda confirmado, que se necesitan muchos siglos para restaurar la salud mental y la madurez politica de nuestros compatriotas... comparar a Estados Unidos con Cuba, a Obama con Fidel Castro, fue el ultimo delirio al que asisti y que dejo arido y seco a mi corazon que no confunde justicia social con comunismo, ni un pais anglosajon y de tradicion democratica con una isla latinoamericana y de constantes dictaduras...
Pero mientras llega esa epoca de oro, yo me quedo contigo, por aqui, oyendo al Silvio de la Cancion de Invierno y esperando con Camaron de la Isla, que pase el temporal...
besos, guapa...
Odette, con todo el bello respeto que te merecés, mirá que es difícil sacar del alma latinoamericana lo que fue la cimentación del símbolo de rebeldía y autodeterminación más latinoamericano que existe.
Y te lo digo despojándome de la ideología que hay de por medio, ya que si de símbolos representativos hablamos sería difícil escojer a alguien de la altura histórica que dio la revolución cubana.
Entiendo perfectamente el cansancio hacia un sistema de cosas que ha extendido hasta el milagro su permanencia, entiendo todas las carencias y soledades que existen por allá, pero como decía Rimbaud "somos símbolos y entre símbolos vivimos".
Te lo reitero, estas palabras son con el buen cariño que he tomado por tus letras y espero no ofenderte por ello, sino todo lo contrario, que tomés estas palabras con la honestidad que brinda la misma cimentación de la amistad.
Alabao..qué bretes se forman con las fotos "colgadas." Ý las no colgadas también. Bueno, cuando salió mi novela A Girl like Che Guevara me hicieron algunas preguntitas de ese estilo porque en la portada del libro (que NO es una apología del Che, sino todo lo contrario) aparece un retrato del susodicho junto a una imagen de la protagonista. Di la misma explicación tantas veces que me la aprendí de memoria...
Ahora, lo que me gustaría es saber la identidad de la dama enjoyada y bollimostrante. Eso está divino. Cuando mande a mis estudiantes a leer este post voy a tener que darles algunas traducciones de palabritas cubanógenas, jejeje...
Sigue escribiendo, chica, ¡y nos vemos en México!
Hola Odette, como de costumbre, leyendo tus post. Me gusta tu estilo de escribir y el mensaje me llego, en relación a lo de postear los viajes realizados...No comments.
En relación a lo que dices de Paulito FG, he seguido las noticias, a mi me parece que en ocasiones hay que tener tacto al decir las cosas, pues hay que ver donde y como se dicen. Es cierto, que hay que ser tolerantes, democraticos, etc, pero igual un personaje publico como el deben medir sus palabras, lo que no significa que no tengan opinion, recuerdo una entrevista que le hicieron al grupo Orishas sobre el tema y salieron bien, yo hubiera preferido decir como escribi NO COMMENTS.
Si Sra, asi me gusta ¡Bravo!, qué Bravo, ¡Bravísimo!. Acepta mis reverencias, este es un tema que hay que ponerle los puntos sobre las íes, y este es un puntazo de elegancia, sencillez y hondura. Me place un millón, diez, mil, que hayas sido tú querida amiga.
Tu amigo Queve
ESTOY CONTIGO EN ESE ASUNTO DE DEJAR LA FEA MAÑA DE OPONERSE A QUE LOS DEMÁS HAGAN LO QUE LES DE LA REVERENDA GANA.
Cariño:
Siempre escuche a mi abuela decir que no hay peor astilla que de un mismo palo y creo que con esto te lo he dicho todo, pero no, pues por lo visto comienzas a digerir las secuelas de tu visita a la Capital del Sol. Creo que a todos nos pasa igual, cuando llegamos sentimos ese reencuentro con nuestras raices, pero luego de unos dias, hasta las raices molestan. Yo vivi alla y hasta comunista me dijeron. Y no dudo que en el fondo lo sea, que se yo, nunca le he puesto mucha atencion a un concepto u otro. Tampoco dudo que en algun momento vuelva a vivir alli, ya sabes que mis nietas son razones mucho mas fuertes para mi que esa cosa llamada ideologia. Pero supongo que ya ire resignada a no escuchar a Silvio en el carro con los cristales bajos (porque no me gusta que me ubiquen o me encasillen en grupos). Aunque en Cuba me paso lo mismo. Al parecer he sido la unica cubana que no pesco para casarse a un millonario o al dueno de un hotel o de una cadena de supermercados, ni he comprado casa de un cuarto de millon de dollares y no cambio el carro todos los anos. Alla tambien me dijeron que regresaba comunista porque les explique como es el mecanismo de compra de una casa, un carro, los seguros, las cuotas y cosas con la que nosotras aqui tratamos a diario o sea, que es parte de la realidad de los sistemas capitalistas, digo, si a esto se le llama asi. Mira lo bien que encaja el refran de la astilla y el palo o como quien dice: palo porque vogas y palo porque no vogas.
Por eso me he reido mucho con lo que hizo la dama vestida con traje largo. Es cierto, hay que hacer lo que a uno le salga de los genitales, que a fin de cuentas las lenguas no perdonan, ni aqui ni alla. Hay una simple pregunta que para mi es definitoria: quien rechazaria un genuino Picasso colgado en la sala de su casa? Y de este tambien dijeron que era comunista. Yo lo que pienso es que mientras se sigan midiendo las artes con parametros equivocados, vamos a seguir siendo los mismos cubanos retrogrados de aqui o de alla.
Hello, que tambien me pueden tirar por aqui, a fin de cuentas, me resbala o como acostumbraba a decir alla en los bancos del Parque del Ajedrez: "A mi que me importa".
Para ti un besote, y si, poco a poco voy reincorporandome a la cotidianeidad.
Ines
Mi querida Odettte, me encanta tu blog y siempre le doy su vuelta, acabo de leer tu comentario Tiranuelos.
Tienes una facilidad para expresarte que admiro y envidio, a mi me cuesta muchisimo redondear las ideas, pero no pude quitarme de encima el deseo de escribirte para comentarte. Cuando no risa, nauseas provocan esas actitudes, esos extremismos a que son dados algunos, tiranuelos tambien en cualquiera de las partes, derecha o izquierda, arriba o abajo...
P/D: Aunque a decir verdad no logro deslindar al Silvio poeta del oportunista por lo que se me hace dificil escucharlo sin una carga de acne lechoso en el ambiente. Pero es el unico trauma sostenido, los demas fueron desapareciendo poco a poco con el paso de los anos y los aires frescos de otros mundos.
Un abrazo.
Candela
tienes razon Odette, estan maltratando el LIBRE ALBEDRIO, si la epoca de las justificaciones no se acaba rapido, se subiran los dictatorcillos a un pedestaL.
Saludines
PD. Mabella , asi que con tiempo para comentar los post de Odette. Ya les tirare las orejas , a las dos, este fin de ano. Bandidas.
No sólo "los cubanos están enfermos" de memoria política. Acá en Venezuela estamos a punto de contagiarnos.
Aunque apuesto a la sonrisa de su música, contra cualquier intento de fanatismo separatista
al principio de llegar a este pais un "cubano de miami" me dijo que era comunista si no odiaba a fidel; me dio tanta rabia que lo mande a s%$%$#@ por el c$$%%^y me fui lanzando rosarios por esta boca tan terrible que tengo, a ver que mierda tiene que ver ser comunista, odiar a fidel o abandonar tu pais por un mejor futuro?, estupido , no?
me vine a este pais para hacer otra vida y no oir las mismas idioteses que se repiten en cuba como una letania, y resulta que aqui es la misma mierda con diferente peste, que joder !!, pues bien yo me cago en la mejorana y cojo mi guitarra y canto a toda voz las canciones de silvio y pablo porque me da la gana, mas te dire que en el evento de otoño de la revista Savor mi tia que escribe para la misma, organizo el evento y me invito a cantar y que crees que cante: pues silvio, pablo, serrat, victor manuel y hasta victor jara pa' que se jodan los coprofagos de la ultraderecha.
cuidate niña y sigue asi con tu plouma en riste, atacando a los molinos de la insoportable levedad del ser humano.
PD: para el que quiera tengo todos los cds de silvio y pablo,
a llorar que se perdio el tete!!!
Ay, Odette, cuánta valentía en tu texto. Mira, he pensado, he recordado y me he reído. ¿Qué más? Muchas gracias de nuevo. He pensado mientras te leía en todo el daño que nos hace a los cubanos el extremismo en el que vivimos instalados. Somos románticos, qué le vamos a hacer, necesitamos continuamente tener a mano una nube o un abismo para sentirnos bien. Nada de estancias intermedias y otras mariconerías tales. Todo a lo grande... He recordado tantas discusiones estériles, que jamás hubiera tenido, de no ser los interlocutores gente queridísima, frente a la cual no me parecía oportuno aplicar metódicamente el manual de dialéctica erística de Shopenhauer. Ya sabes: cuando no merezca la pena es mejor no debatir... Y he reído ante la imagen de aquella elegante coetánea, que increpada por otra versión del "pueblo combatiente", respondió con esa vulgar y anatémica frase. Como diría una amiga mía: "Esa tipa es una papayúa". En fin, que a mí también me gusta Silvio, aunque no lo soporto desde el punto de vista ético. Ni a él, ni a ninguno de los Ayatolás del "casto-lirismo" -perdóname el palabro-. También yo disfruto con Serrat y con Sabina, y antes disfrutaba con los demás cantautores que mencionaste. Y también padezco -cómo no- la visceralidad estéril que alienta a esos paisanos que sólo ven detrás de sus frontales a fieros animales y fieros enemigos. ¿Recuerdas aquella preciosa canción de Silvio: llueve otra vez detrás de mis frontales, donde no hay más conmigo que fieros animales, que tiernos enemigos? Te abrazo.
Jorge
Gorda, es la suerte de la memoria, yo también repito a Silvio de mi disco duro, y le agradezco el verso: "Ojalá pase algo que te borre de pronto".
PD. No me gusta Shakira, ¿algún otro problema con eso?
Mi muy estimada Odette:
Definitivamente me estoy haciendo fan de tu parque del ajedrez. Con este, me he reído y he reflexionado (¡especial, dos por uno!) y coincido contigo: todos los cubanos tenemos un Castro adentro, que hay que apalear para que no se nos salga a repartir palos a diestra y siniestra; no sé exactamente en qué punto cardinal habré caído yo, porque todo es muy relativo, pero trato de desafiar mi herencia genética y comportarme en las antípodas de mi ex tribu. ¿No te has leído “Cindo cervezas”, de Juan Abreu? Ahora me viene a la cabeza un saetazo de mi venerado Unamuno: “El que es diestro en el siniestro / es en el derecho zurdo / pues no hay nada más absurdo / que este pobre mundo nuestro”. Como ves, nada nuevo bajo el sol. Y tienes razón: los cubanos están muy enfermos. Es un mal del alma. Es una esquizofrenia galopante, crónica e incurable: una soberbia que sólo ha engendrado 50 años (¡son recordistas!) de miseria y exilio. ¿Moraleja? Es inútil moralizar. Pero hay que hacerlo...
Abrazos,
Roberto
No sé...
Creo que tener tolerancia con la dictadura comunista simplemente la ayuda, la apoya, y contribuye a que no termine.
La intolerancia de la dictadura comunista ha sido su fórmula de "éxito": es lo que la mantiene. ¿Por qué no le copiamos la fórmula?
Es curioso que los cubanos que más tiempo vivieron bajo la intolerancia tienden a ser más "tolerantes". ¿O será que sus cerebros fueron al menos "enjuagaditos" y confunden el enjuague con la tolerancia?
Como dije al principio: no sé...
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